NUEVO EQUIPAMIENTO EN EL DISTRITO DE SANT ANDREU
Trinitat Vella salva el desnivel con 2 escaleras mecánicas más
La de ayer fue una inauguración a la italiana. Sol de tarde, animadores con micro y confeti, una banda sonora que recordaba las películas de Federico Fellini al ritmo de Benny Hill, hombres de seguridad hablándole a su muñeca y un político --en este caso, el alcalde Jordi Hereu-- rodeado de niños para cortar una cinta con la senyera. La cita era en el barrio de Trinitat Vella y el equipamiento a bautizar, dos escaleras mecánicas en las calles Almassora y Vinya Llarga que facilitarán la movilidad de esta empinada zona de Sant Andreu.
Catadas las escaleras --de "nueva generación", según el ayuntamiento; "las de toda la vida", según los vecinos--, la comitiva se dirigió a la plaza de la Trinitat Vella. Hora de los discursos. La voz del presidente de la asociación de vecinos y la de la regidora del distrito quedaban confundidas entre el alboroto general. El gentío oía pero no escuchaba. El alcalde quizás se dio cuenta y en su turno sacó sus galones vocales. A grito pelado, logró que el barrio se girara hacia el escenario y le escuchara.
Ataviado con una gorra de La trini existe, el edil habló de "una pequeña gran obra", de un barrio al que "todos conocían como la quinta forca" y que ahora es "un centro de la ciudad", de unos vecinos que se caracterizan por su "espíritu de lucha" y que son "un símbolo para los barceloneses". Dos mujeres del servicio municipal de limpieza le miraban de reojo mientras niquelaban la plaza. Hereu, a lo suyo, definía Trinitat Vella como "la punta de lanza de la mejor Barcelona" y cerraba los sermones con un sonoro "¡Visca Trinitat Vella i visca Barcelona!" que hizo que los niños se taparan las orejas.
Dos cañones de confeti abrieron la barra libre de merienda y despertaron la ira de la patrulla de lavado, que ya se retiraba y tuvo que volver a empezar. Barrían con pinta de votar a Xavier Trias en el 2011.
NO ACABA AQUÍ
Las escaleras, que han costado un millón de euros, se han financiado con los fondos de la ley de barrios. Falta reformar una escuela de primaria, construir un párking subterráneo y levantar una guardería y una biblioteca. Todo, con el objetivo de que esa sensación de que "Barcelona acaba aquí", en palabras del alcalde, desaparezca de la mente de los barceloneses.
Muchos recordaban los días que Pasqual Maragall pasó en el barrio antes de los Juegos cuando era alcalde. "Le dije que sería presidente y acerté. Usted también lo será", le dijo ayer un vecino a Hereu. ¿Su respuesta? "Le aseguro que estoy bien donde estoy". Y se fue a merendar.
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