Andà p'allá, bobo

Un éxito: Gündogan, aclamado; Nico, en el Athletic, y Olmo, en la grada

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas / ·

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

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Joan Camprubí Montal, nieto y bisnieto de presidentes del FCBarcelona, posiblemente candidato, vaya usted a saber cuándo, a la presidencia del ‘mès que un club’, escribió un ‘tuit’ poco antes de que empezase el Barça-Athletic, en el que comentaba que “subir a Montjuïc continúa siendo una carrera de obstáculos para los socios abonados; debemos solicitar las entradas siete días antes, se nos ubica cada día en un lugar diferente, complejidades logísticas y nos dan localidades secundarias porque priorizan las de los turistas…”

Y pensé en aquello que escribí, no en broma, desde luego, aunque lo pareciese, el pasado 17 de agosto, cuando dije ¿usted de qué se queja? Hemos ganado ¿no? Pues p’alante’. Pensé, sí, en el bueno de Camprubí Montal, al que no tengo el gusto de conocer y, como al certificarse el enésimo ridículo del FCBarcelona, de Joan Laporta y su camarote, al ver a Dani Olmo en la grada, vestido de calle, decidí no cambiar el titular que había pensado poco antes, también, de arrancar el partido de Montjuïc.

Segunda victoria, sí

Mi amigo Ramon Besa, una auténtica referencia para todo lo que significa Barça, suele explicar, con todo tipo de detalles, ejemplos y lujosas metáforas, que, a lo largo de estos (casi) 125 años, unas veces el club ha sostenido al equipo y otras, muchas, sí, muchas, ha sido el equipo el que ha sostenido al club. Yo, lo siento, pero puede que alguien esté tentado de verbalizar, a 25 de agosto de 2024, que este equipo va a sostener a este Barça. Yo, lo dudo mucho, pero mucho.

Dani Olmo a la grada durante el partido de liga entre el FC Barcelona y el Athletic de Bilbao

Dani Olmo a la grada durante el partido de liga entre el FC Barcelona y el Athletic de Bilbao / Jordi Cotrina

Lo que está ocurriendo en este Barça, la manera que Laporta, sus familiares, cuñadísimo, amigotes y reconmendados están gobernando y dirigiendo la entidad me hace pensar que ni siquiera la llegada de títulos (con Xavi Hernández ya se ganó una Liga y miren dónde y cómo estamos) puede servir como tabla de salvación. Están pasando cosas tan tremendas que, en un mismo día, en una misma jornada, en menos de dos horas, el ridículo protagonizado por el Barça, sí, sí, por el Barça, no por Laporta&Cia, a nivel mundial, fue tremendo.

Entre las 17.11 horas de ayer y las 19.00, el Barça estuvo en boca de todo el mundo por su nefasta gestión en tres casos escandalosos, que han provocado, no solo la pérdida de más y más reputación, empeoramiento de su imagen y, sobre todo, la ausencia de prestigio, sino que se convirtió en el hazmerreir de ese mundo, el futbolístico, que pretende liderar como modelo a seguir.

La fiesta de Gündogan

A las 17.11 horas, el Etihad Stadium se convirtió en una auténtica fiesta, en la mayor de las algarabías jamás vistas, ante el regreso del hijo prodigo, del líder que les proporcionó la Champions, Ilkay Gündogan, un regalo del FCBarcelona al Manchester City. La gente, en pie, le agradeció al alemán (¿o fue al Barça? y, de ahí, las risas entre los aficionados del City) su regreso, su fútbol, su liderazgo, ese que tanto bien les hubiese proporcionado a los jóvenes del Barça que están creciendo.

A las 18.00 horas, más o menos, un poco antes, tal vez, RAC1 hacía saber a la hinchada barcelonista que Dani Olmo, la estrella que ha costado 60 millones de euros, tampoco jugaría frente al Athletic. La justificación de hace unos días de Hansi Flick de que “está corto de entrenamiento” ya no servía y, ahora, había que reconocer (perdón, nadie lo reconoció, por supuesto) que el fracaso seguía vivo: no había podido ser inscrito, en tiempo y forma. Hay quien teme que Olmo posea una clausula en su contrato que le proporcione la libertad si no es inscrito antes del 30 de agosto.

Jules Kounde y Nico Williams en una jugada durante el partido en Montjuic

Jules Kounde y Nico Williams en una jugada durante el partido en Montjuic / AP/Joan Monfort

Y, a las 19.00 horas, un tercer acontecimiento seguía proporcionando risas y más risas a los enemigos culés. Nico Williams, el futbolista más deseado del verano por la 'gent blaugrana', aquel al que Laporta aseguró estar en condiciones (económicas) de fichar, aquel cuyo nombre se proporcionó a los medios fieles para que asegurasen que ya estaba (casi) fichado, que había dado el sí en Zaragoza, aparecía vestido de león en Montjuïc.

¿Usted de qué se queja? Hemos ganado ¿no? Pues ‘p’alante’. Son dos maneras de verlo. Ganar ha ganado hasta Jose Mourinho. Lo que no tiene precio es lo que es, representa y significa el Barça y, sobre todo, su prestigio y reputación. Este es un club, en estos momentos, rodeado de minas, judiciales, deportivas, económicas, con un estadio en construcción, pendiente de cómo se resuelve el ‘caso Negreira’, debiendo dinero, viviendo de prestado, colgado del ‘fair play’ financiero, con la patronal atónita por cómo se comporta, con escándalos no explicados como el precio y el fichaje (y desaparición) de Vitor Roque, con obsequios no detallados como el de Gündogan al City, con las cuentas por cerrar, los patrocinios por explicar y un auditor que se teme lo peor.

Repito hay muchas maneras de comentar la situación y todas son válidas. Todas. Los hay que titularon anoche “Lamine dormirá hoy a cinco puntos de Mbappé, que se relajen los blancos” y los hay que lamentamos el papel protagonizado por el Barça con Gúndogan, el trilerismo vivido con Nico Williams y la humillación que sufre Dani Olmo.

“Para gustos, los colores”, que es una expresión muy castellana, que, al parecer, proviene del adagio latino “gustibus non disputadum”, que subraya la inutilidad de pelearse sobre las preferencias de cada uno.

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