Busquets deja el Barça al no sentirse valorado
Emilio Pérez de Rozas
Periodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
Aún me acuerdo. Es como si fuese hoy, lo juro. El 7 de junio del 2008, mi amigo Jordi Tomás, un auténtico culé, perdón, un auténtico enfermo, me llamó a primera hora de aquel sábado y me dijo “mañana te paso a buscar y nos vamos a Barbastro, tenemos que ayudar, empujar y animar al Barça de Pep (Guardiola) para conseguir el ascenso”.
Dicho y hecho. Salimos (casi) volando y llegamos a Barbastro al mediodía, comimos de película y nos fuimos al campo donde un cura bendijo el partido y, en el descanso, cómo no, sortearon un jamón. El Barça ganó 0-2 y Guardiola dio una de sus conferencias de prensa magistrales en un pequeño chalet que había en los alrededores del campito del Barbastro. “Aún no hemos ascendido, queda la vuelta”.
Mira por donde, aquel día los directivos que acompañaron al equipo filial del Barça fueron Rafa Yuste, Jacint Borrás y, cómo no, Josep Contreras, el ahora polémico y sospechoso Josep Contreras. La alineación fue: Oier; Córcoles, Espasandín, Marc Valiente, Xavi Torres, Sergio Busquets, Pedrito, Dimas, Guerra, Abraham y Jeffrén.
Allí empezó todo
Les diré dos cosas más. Aquel ascenso, que catapultó a Guardiola al primer equipo, es considerado por el ‘míster’ de Santpedor a la altura de la Copa de Europa. Y, dos, aquel ‘Barçita’ ya estaba en manos de Sergio Busquets. Del ‘Busi’ que, 15 años después, acaba de anunciar, a las puertas de conquistar su título nº 32, que deja el equipo de toda su vida. Es más, Busquets es de los pocos que solo ha vestido una camiseta: la azulgrana.
Busquets es el metrónomo del mejor Barça de todos los tiempos. El metrónomo es ese aparato creado para indicar el tempo o pulso de las composiciones musicales, es el instrumento que permite a los músicos tocar en armonía. Y esa ha sido, hasta ahora y durante una década y media, desde aquel 8 de junio del 2008, la función de ‘Busi’, manejar la orquesta como pocos, como nadie y hacer que el ‘tiki-taka’ suene como una filarmónica.
Busquets es, digámoslo ya, una de las grandes injusticias del Balón de Oro. Bueno, Busquets y otros muchos grandes, enormes, inmensos futbolistas….y porteros, por descontado. Alguien que ha hecho funcionar a las mil maravillas al Barça y a la selección española campeona del mundo merece ese galardón, como poco en reconocimiento a su inmensa capacidad de ser el pivote alrededor del que gira tanto el fútbol creativo como defensivo de su equipo.
Dominar la escena
El Busquets que abandona el Barça ha dominado la escena en todo momento. Ha sido ‘Busi’ y nadie más quien ha decidido cuando acaba su maravillosa y triunfante etapa en el Barça, en el fútbol de élite; ha sido ‘Busi’ quien ha decidido cómo y cuándo lo anunciaba y será Busquets quien decida su futuro, pues el enorme centrocampista culé quiere seguir jugando a fútbol aunque sea a otro ritmo, sin tanta presión ni necesidades.
Pero aunque no lo cuente, aunque el Barça y, muy especialmente, sus actuales dirigentes lo nieguen, lo cierto es que Busquets decidió hace ya algunos meses que esta sería su última temporada en activo en el Barça. Es cierto, muy cierto, que Xavi Hernández se ha pasado todo ese tiempo pidiéndole o insinuándole que se quedase, que lo necesitaba, pero Busquets no ha visto el mismo interés en el resto del club y mucho menos en los gestores del área deportiva, incluido, no solo Rafa Yuste, vicepresidente deportivo, sino incluso el propio Joan Laporta, que piensa que la salida de ‘Busi’ les ayuda a rebajar la masa salarial, en busca de otros futbolistas.
Busquets ya empezó a meditar abandonar el Barça cuando escuchó más de un murmullo en el Camp Nou. Busquets, que lo ha dado todo, todo, todo, por el Barça, ejerciendo de auténtico capitán del equipo cuando su amigo Leo Messi declinaba semejante función, sintió que aquellos pitos, aunque fuesen leves, podían significar que la gente empezaba a estar cansada de él.
Y llegaron las rebajas
Luego vino la época de las rebajas salariales. Primero un 15% y luego un aplazamiento de la mayor parte de la ficha, hasta el extremo de que, incluso cuando ‘Busi’ cuelgue su camiseta blaugrana, el club le seguirá debiendo, probablemente, cerca de cinco millones de euros.
Esa situación, justificada, dijo la directiva, por la crisis y la herencia del pasado, fue lo que provocó en la mente del metrónomo azulgrana la idea de abandonar el Barça a final de temporada. ‘Busi’ ha preferido dejar el club de su vida con una Liga muy merecida y en la que él ha seguido jugando un papel vital. Es decir, ‘Busi’ se va estando en la cresta de la ola, en la cúspide de su fútbol.
Es evidente y eso tampoco lo reconocerá nadie que llegado el momento de oír lo que tenía que ofrecerle el Barça, Busquets ha tenido la sensación de que el único que le quería, que valoraba su aportación, insisto, no solo en el terreno de juego sino su papel vital en el ordenamiento y buen funcionamiento del vestuario, era Xavi.
Un triste oferta
¿Por qué?, porque la oferta que, finalmente, Mateu Alemany le hizo llegar a Busquets fue, casi, casi, casi un tercio de lo que va a ganar este año (tengo las dos cifras, la de este año y la que le ofrecieron, pero no pienso publicarlas). La oferta, además, no contemplaba, pues empieza a ser norma en el Barça suprimirlas, las diversas variables o bonus que, en el caso de las grandes figuras, acaban redondeando un excelente contrato.
La oferta fue tan pobre, tan lamentable, tan poco atractiva para alguien que podía estar meditando irse o quedarse, que la respuesta del futbolista se alargó en el tiempo, casi dos meses, en una clara contestación silenciosa de que, no solo la consideraba insuficiente, sino que era casi ofensiva para alguien que lo había dado todo en el Barça durante los últimos 15 años, empezando por aquel mítico, sí, sí, mítico 8 de junio del 2008.
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