7 REMATES, 2 A PUERTA, 0 GOLES
Y Lewandowski se quedó sin puntería
Marcos López
Periodista
No era él. O no parecía él. No es nada normal que Lewandowski desperdiciara dos claras ocasiones de gol, tal vez angustiado por el retorno a su vieja casa de Múnich. No, no era él. El Lewandowski del Bayern habría sentenciado en apenas 20 minutos. Y el Lewandowski del Barça, también. Pero no. No era él. Parecía un delantero distinto como si, de repente, hubiera perdido las medidas de esa portería que fue suya durante ocho largos años en la Bundesliga.
Con un inicio espectacular, el delantero polaco, y después de saludar, uno a uno, a sus antiguos compañeros del Bayern en el lujoso túnel de vestuarios bávaro, se incrustó en el centro del ataque azulgrana. Estaba relajado. O, al menos, era ese su lenguaje corporal, saludando de manera cómplice a la grada del Allianz, que le devolvía su retorno con aplausos.
Una relación de desamor
Una vez empezado el partido, ya dejó de conocer a nadie. Incluso hasta la pelota, compinche como ha sido de sus diabluras, transformado en uno de los mejores ‘nueves’ del fútbol europeo en los 30 últimos años. Pero el balón se alejó de Robert.
Un cabezazo fuera, tras preciso centro de Gavi, fue el primer gesto del inesperado desamor. Un control exquisito y un derechazo que lamió el travesaño de Neuer, tras otra excelente golosina de Gavi, demostró que se habían dejado de querer. Al menos, en los primeros 45 minutos.
Ellos (la pelota y Robert) se encontraban. Pero no había química alguna como se demostró cuando se burló, con un desmarque ‘lewandowskiano’, de la defensa del Bayern, justo antes de conectar otro cabezazo. Ahora, sí. Ahora sí entre los tres palos. Pero topó con el pecho de Neuer para frustración del delantero polaco.
Acabada la primera mitad, las máquinas de estadísticas pusieron las frías cifras a esa extraña antipatía con el gol. Cinco remates, dos fuera, dos bloqueados por la zaga alemana y uno a puerta, el que le sacó Neuer.
Zarandeado por 4 minutos trágicos
Pudo caer en la desesperación, acostumbrado a ser como es un tipo infalible. Pero no se abandonó. Y en Múnich, menos aún. Aunque la hiperactividad exhibida en la primera mitad se apagó en la segunda. Tampoco el Barça supo encontrarlo como antes, zarandeado como quedó por esos cuatro minutos trágicos en los que Ter Stegen encajó dos goles, desempolvando viejos demonios y angustias de años anteriores.
Necesitó 20 minutos de esa segunda fase para descubrir la figura del polaco en el Allianz con un tímido disparo, atrapado con toda la calma del mundo por Neuer. Tampoco era el delantero que tenía tanta influencia, bajo sospecha, por vez primera, porque se quedó sin puntería.
Estaba Lewandowski desenfocado, como si de tanto conocer ese imponente estadio que es el Allianz se hubiera perdido, apagándose de manera inesperada como le sucedió al mismo Barça, engullido en un inexplicable túnel del tiempo. En los tres últimos duelos con el Bayern, los azulgranas, con Koeman al principio y con Xavi después, han sido incapacesde marcar un gol en los últimos 270 minutos: 0-3 en el Camp Nou, 3-0 en el Allianz y 2-0, de nuevo, en el Allianz. Ni siquiera teniendo a Lewandowski le permitieron romper con tal frustración. Y tanto desengaño.
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