EL DOMINGO, DEBUT EN LA LIGA

El mapa de Koeman

Koeman se dirige al banquillo del Estadi Johan Cruyff en el duelo ante el Girona.

Koeman se dirige al banquillo del Estadi Johan Cruyff en el duelo ante el Girona. / periodico

Marcos López

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La foto es antigua. El jefe es nuevo. Pero la imagen es la de los últimos años, por mucho que hayan llegado rostros jóvenes como Trincao y Pedri, o tipos expertos que conocen bien su oficio como Pjanic. Pero el mapa que ha dibujado Ronald Koeman, la única cara verdaderamente nueva, y con impacto inmediato en el Camp Nou, se sustenta sobre las viejas carreteras que tenía la plantilla que acabó el curso pasado con el contador de títulos a cero y un marcado, el 2-8 del Bayern, que les perseguirá por los siglos de los siglos.

Al nuevo entrenador le toca renovar una plantilla, pero, de momento, sin dinero ni recursos

Una plantilla incompleta y desequilibrada, pendiente de tantos y tantos casos (Suárez, Riqui Puig, Umtiti, Rafinha, Todibo, el central que no llega, el lateral derecho que se necesita, el zurdo que sería básico si se marcha Junior Firpo), que ha obligado al holandés a trabajar sobre las ruinas de Lisboa. Y sin tiempo para fallar porque va diseñando su proyecto en  medio de un club tan convulso que Josep Maria Bartomeu, el presidente que lo fichó tras echar a Valverde y Setién en apenas ocho meses, tiene ya los días contados.

Renovar una plantilla, pero sin dinero alguno. Reconstruir un equipo y, de paso, un club tras agotar el ciclo más exitoso de su historia con tres decadentes años en Europa, que le han llevado a la vergüenza. Koeman llega ajeno al derrumbe del Barça y limpio de la contaminación que ha sacudido al Camp Nou en estos años al punto de que hasta Messi, líder, guía y capitán, quería irse. Pero no le dejaron. Le obligaron a quedarse.

Rentabilizar las estrellas

Con las manos atadas por la falta de liquidez que esgrime la directiva, el holandés aprovechó la última semana, con tres amistosos (3-1 al Nàstic, 3-1 al Girona y 1-0 al Elche), para definir la carcasa de su Barça. El mismo de siempre, más Coutinho, reclutado de su cesión al Bayern Múnich porque en este fútbol pospandemia no había club que asumiera su sueldo de megaestrella mundial.

Mientras espera refuerzos, ya le dejó claro a Suárez que no cuenta con él. Y ahora a Riqui Puig

A Koeman le toca, por lo tanto, sacar rentabilidad de un jugador que se depreció en su primer y único año y medio de azulgrana. Más de lo mismo con Griezmann, a quien también debe exigirle que su rendimiento se adecúe a lo que es: otra estrella de alcance planetario, símbolo de la Francia campeona del mundo hace dos años en Rusia.

Con Messi, que ya ha iniciado la cuenta atrás de su marcha del Camp Nou (en realidad, estaba fuera su cabeza y su cuerpo), está obligado a rescatarlo primero anímicamente. Y luego, en el plano futbolístico. A través del astro argentino desea, como han hecho todos los técnicos que han pasado desde el 2006, busca Koeman edificar su idea de juego, con un revolucionario cambio táctico, altera notablemente el paisaje del Barça.

Decisiones impopulares

Del tradicional 4-3-3 al 4-2-3-1 donde no hay sitio para Riqui Puig en una decisión tremendamente impopular porque afecta incluso al escenario preelectoral del club. Una decision que erosiona la figura de Koeman, antes incluso de que se dispute el primer partido oficial de su equipo. El centrocampista canterano desea quedarse en el Camp Nou, aún asumiendo que tendrá pocos minutos.

La junta de Bartomeu no acompaña por ahora la hoja de ruta del técnico 

Pero no es algo que preocupe al holandés, necesitado de resultados inmediatos en un club que no tiene proyecto alguno. Han desfilado cinco directores deportivos en cinco años (Zubi, Robert, Segura, Abidal y ahora Planes)y transitado cuatro entrenadores:Luis Enrique, Valverde, Setién y él. Antes de decirle a Riqui Puig que no contaba con él lo hizo con Suárez. Esas palabras han quedado reforzadas por las decisiones:tres partidos, tres descartes del uruguayo y cero minutos en el campo.

El problema para Koeman es que la junta de Bartomeu no le ha acompañado, de momento, en la hoja de ruta que fijó, obligándole a trabajar en sus primeras semanas en un clima de improvisación. No toca nada, trabaja con lo que había y y reformula, eso sí, el ataque. Tres partidos, tres delanteras distintas