Opinión | PERIFÉRICOS Y CONSUMIBLES

Javier García Rodríguez

Javier García Rodríguez

Escritor y profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Oviedo

Propósitos para el nuevo curso literario

Venderé tramas para escritores y ‘tramadoles’ para críticos

Cartel promocional en el escaparate de una farmacia.

Cartel promocional en el escaparate de una farmacia. / EPC

Iré a Kamala porque me dijeron que allí vivió mi padre, un tal Donald Trump. Mi madre me lo dijo. Volveré a ver el episodio 5 de la primera temporada de la serie 'Doctor en Alaska', titulado 'Sexo, mentiras y cintas de Ed'. El joven indio cineherido está bloqueado y es incapaz de avanzar en el guion que, supuestamente, está escribiendo. Ante la página en blanco –es ya la pantalla del ordenador, por cierto– carece de ideas originales y, en su imaginación, reproduce escenas icónicas de películas del siglo XX –'Indiana Jones', 'Easy Rider', cosas así– protagonizadas en su mente por sus vecinos.

"Deja que te presente a Donald Trump. Es amigo mío", dice el falso Jack Nicholson. "¿Conoces a Donald Trump?", pregunta Chris en el papel de Fonda. "Sí, a decir verdad, le di su primera oportunidad en los negocios". Estamos en 1990. El pasado es 'Twin Peaks' y es Sherilyn Fenn en el papel de Audrey Horne. El futuro es Audrey en 2020 bailando en el video 'Cosas de usar y tirar' del álbum 'Posible' de Enrique Bunbury. El presente es una oda de Pablo Neruda.

Rutina en promoción

Encontraré mi rutina literaria en la farmacia. Seguro que está en promoción. Localizaré más palabras para ser y en tanto somos dar un sí que vivifica o glorifica o uvifica (como dejó escrito don Francisco de Quevedo). Si no las hallo por mí mismo, las buscaré donde sea menester arroyo, cañadas, Koplowitz o Williams: una nadería. Y si hay que decidir, yo decidiré. Y pediré que me devuelvan el glosario de mi madre y que se queden con todo lo demás.

Volveré a la crítica literaria como esa 'influencer streamer' vietnamita creada por inteligencia artificial que dedica a cada producto no más de tres segundos

Y puesto que los que padecemos el síndrome del hijo mediano asumimos nuestras taritas, asumiré la de creernos a pies juntillas el estribillo aviador de 'La televisión es nutritiva'. Y me tragaré los nutrientes catódicos con más pena que gloria. Volveré a la crítica literaria como esa 'influencer streamer' vietnamita creada por inteligencia artificial que dedica a cada producto no más de tres segundos. Pero eso no impedirá que llegue a las novedades literarias con afán constructivo y positivo talante. 

Ni cenizo, ni triste, ni agorero

Y voy a abrir una tienda de confecciones en alguna ciudad pequeña y provinciana, una con niebla y calle mayor, una hipotensa en la que los vecinos estén la mayoría jubilados. Venderé tramas para escritores y 'tramadoles' para críticos. Y ropita infantil hasta tres años con colores alegres y atrevidos, como debería ser la literatura. Y no seré cenizo, ni triste, ni agorero. Evitaré el bruxismo social y la coz y el pellizco de monja. Me propongo ser como Renard, pero sin su tristeza. "¡Qué manía, ser ingenioso con la gente cuando en el fondo quieres abrazarla!", escribió Jules. Y yo, que no soy manco, me pongo ya manos a la obra.