CRÍTICA DE LIBROS

'Viaje a Grecia', de Mario Praz: un ojo muy sensible, una amenidad irresistible

Gracias a este pequeño libro, el autor italiano es digno de figurar en una antología de escritores románticos que tanto amaron al país

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El escritor y crítico italiano Mario Praz.

El escritor y crítico italiano Mario Praz. / ARCHIVO

Gonzalo Torné

Gonzalo Torné

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Grecia ocupa un lugar ambiguo en el cruce de nuestra cultura y la realidad política. Nadie le discute su preeminencia en la formación de la civilización europea (en el arte, en la poesía, en la filosofía, en la historia...), pero sus tierras y su población pasaron siglos bajo el dominio de ese Oriente al que tantas veces cerraron el paso. El prestigio de su orografía (cuyos nombres se funden con los célebres libros que se allí se escribieron) contrasta con la pobreza material de sus habitantes, muchos de ellos desvinculados (por las vicisitudes históricas) de su glorioso pasado.

Mario Praz (Roma, 1896-1982), casi como embajador de la Roma que heredó el legado griego (y con una historia mucho más afortunada), llega a Grecia en 1931, cuando la modernización del país está por hacerse y el contraste entre la gloria pasada y la miseria de hoy es más vivo y doloroso. Su mirada está recorrida por cierta suficiencia, mucha ironía (compasiva con los pobres e implacable con los nuevos ricos estadounidenses), pero también respeta con una dolorosa lucidez la situación por la que atraviesan los griegos: lo poco que han obtenido a cambio de la exposición y la entrega de sus glorias.

Ojo muy sensible

Praz habla en 'Viaje a Grecia' desde un humanismo que él mismo define con una austeridad exacta, cuando se compara con un inglés que pasó la mayor parte de su vida en la India ("Allí, aquellos clásicos que él había estudiado en la escuela le habían hecho compañía, y con sus versos y prosas habían susurrado consejos y consuelos al exiliado bárbaro. Y, en nombre de esos clásicos, él y yo podíamos sentirnos de la misma civilización. Y eso era humanismo"), y que ha ido a menos por el desinterés de los gobernantes en sostener una educación basada en las fuentes grecolatinas.

Su mirada está recorrida por cierta suficiencia, mucha ironía, pero también respeta con una dolorosa lucidez la situación por la que atraviesan los griegos

Claro que dentro de estos estudiantes instruidos en Píndaro y 'Edipo Rey', en el mundo homérico, en el pensamiento platónico y en los vibrantes y sombríos análisis históricos de Tucídides, él sobresale como una suerte de niño prodigio, de Mozart de la erudición, con un ojo muy sensible para reconocer y aplicar su conocimiento variado y preciso sobre formas, colores, texturas, cantos de pájaro y accidentes geográficos. 

Amenidad irresistible

Aunque el volumen es breve, el autor italiano adopta distintas estrategias que desembocan en una amenidad irresistible: se burla de las precipitadas reconstrucciones de Cnosos, describe a vuelo de pájaro el perfil orográfico de Roma, se viste de crítico gastronómico y de hoteles de una exigencia cómica, se emociona con un vaso o un fragmento de estatua inesperado, respeta los escenarios de las grandes batallas de la historia y de las tragedias de la imaginación, se inviste de temor reverencial ante una referencia literaria (el sonido de una flauta de caña o una planta) vuelta de repente sensible…

Pero si el joven Praz sobresale por algo en este libro es por la precisión y belleza de sus descripciones naturales, dignas de figurar en una antología de esos escritores románticos que tanto amaron a Grecia y a los que él tantos esfuerzos y cuidados intelectuales dedicó. 

'Viaje a Grecia'

Autor: Mario Praz

Traducción: José Ramón Monreal

Editorial: Elba 

112 páginas. 20 euros