Opinión | PERIFÉRICOS Y CONSUMIBLES

Javier García Rodríguez

Javier García Rodríguez

Escritor y profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Oviedo

Versos para encabezar ‘Poesía viejoven y epilírica’

He prologado últimamente varios volúmenes, pero donde más empeño he puesto ha sido en esta antología

Ramón de Campoamor, poeta viejoven y epilírico.

Ramón de Campoamor, poeta viejoven y epilírico. / ARCHIVO / EPC

Entre las tareas habituales del circuito literario, no es infrecuente que nos pidan o pidamos prólogos, proemios, exordios, palabras introductorias, prolegómenos, notas previas, presentaciones, prefacios, preámbulos, preliminares. Todo como una especie de pliegue cutáneo, elástico y retráctil que cubra y proteja la obra en cuestión que se introduce. Aquí todo el mundo comulga con ruedas de molino y se cura en salud colaborando o "siendo colaborado" para mantener este rollo que no cesa y porque, qué duda cabe, nadie quiere perder la oportunidad de estar en la pomada, de seguir siendo Sherezade y de dejar de ser uno de esos a los que insultan (del swing). 

He prologado últimamente un volumen sobre el Equipo A, donde destapo –gracias a la Wikipedia– para el gran público el origen del nombre de Bosco Albert 'Baracus', conocido como B. A. por su 'Bad Attitude' (en español, M.A.: 'Mala Actitud'). He puesto prólogo –'Dramas y caballeros'– a un ensayo colectivo sobre teatro clásico español, a una antología de relatos actuales de autores 'boomers' –'La autoficción es como casarse con uno mismo'–, a un volumen de relatos futbolísticos –'Llora Cristiano sobre la máscara de Mbappé'– y a una colección de audiolibros, que he titulado 'Odiolibros y otras maneras de oír campanas y no saber dónde'. Cosas alimenticias. Poca chicha

No es infrecuente que nos pidan o pidamos prólogos, proemios, exordios, palabras introductorias, prolegómenos, notas previas, presentaciones, prefacios, preámbulos, preliminares. Cosas alimenticias. Poca chicha

Donde más empeño he puesto ha sido en el prólogo a la antología 'Poesía viejoven y epilírica'. No les gustó ni a los editores, ni a los antólogos ni a los poetas. No sé por qué. Dejo aquí el comienzo por si podemos reciclarla:

"Desde Dunquerque a Teruel quedan balbuciendo aleves las leves babas de miel que ahogan si te las bebes. Poetas de trino y 'self', poemas de higos a breves, lengüetas sabor a hiel y maneritas de orfebres. Ellos se muestran 'tel quel' como oscuras Blancanieves: ‘Espejito, vengo a vel si a despreciarme te atreves’. Pues que has leído a Massiel, pues que a nadie nada debes, pues que comes falafel, pues que mira tus relieves. Y todo es decir 'myself', y todo es decir: si llueve es que canta Raphael, esa es la prueba del nueve. Vivan los sonetos viejos, y que se eleven las décimas, y ovillejos con hollejos conquisten alas amnésicas. Hurra por el verso terso y por la prosa porosa y por la figura dura y por el acento lento. Viva el emparejamiento. Que viva el anacoluto. Vivan el ritmo y la rima. Y el rimado de palacio. Y los palacios 'pa’ lacios' y la canción petrarquista y la fósil catacresis y el corazón desatado. Y de repente la epéntesis, y el epíteto te toca, y de oca en oca la silva, silbando de bando a bando, va llegando al isocolon donde evacúa los tropos y el tonema se relaja en suspensión o cadencia".