Opinión | ISLAS A LA DERIVA

Olga Merino

Olga Merino

Periodista y escritora

La raíz del miedo

En su ensayo literario ‘Danza macabra’, Stephen King distingue tres tipos de escalofrío: el terror, el horror y la repulsión 

El escritor estadounidense Stephen King.

El escritor estadounidense Stephen King. / EPC

A pesar de sus millones de lectores, de sus exitosas adaptaciones al cine y la televisión, la crítica encorbatada ha sido implacable con Stephen King. La barbilla alzada de Harold Bloom, sumo pontífice del canon, lo despachó como un autor prescindible de novelas baratas, y tal vez por ello ‘The Paris Review’, la más literaria revista que en el orbe haya, se tomó su tiempo para tenerlo en consideración.

El escritor norteamericano ya había cumplido 54 años cuando al fin dos entrevistadores se desplazaron hasta Boston, donde se recuperaba de un grave atropello, para preguntarle, entre otras cuestiones, acerca del miedo, de lo que nos aterra como especie: "[Tememos] al caos. A lo extraño. Tenemos miedo al cambio y la interrupción, y eso es lo que me interesa". Por fortuna, el rey del terror no se mostró tan parco en palabras en su ensayo literario ‘Danza macabra’ (1981), recién reeditado por Valdemar.

‘Danza de la Muerte’ (1493), de Michael Wolgemut.

‘Danza de la Muerte’ (1493), de Michael Wolgemut. / ARCHIVO

En la entraña más profunda del miedo anida la muerte, el baile de esqueletos que iguala a todo bicho viviente, desde el rey con sus ropajes de terciopelo hasta el más harapiento de los mendigos. Pero el autor de ‘Carrie’ (1974), novela con la que debutó hace 50 años, desmigaja en su ensayo la raíz del temblor.

Tres peldaños

Partiendo de la distinción que en 1826 estableció Ann Radcliffe, la novelista gótica más celebrada de su tiempo, King señala tres peldaños en esa angustia que hiela el espinazo. Uno: el "terror", que implicaría un sobrecogimiento metafísico ante lo paranormal o sobrenatural, un escalofrío tras atisbar cosas que no deberían existir o suceder, como el desdoblamiento del yo o la subversión de la línea del tiempo. Dos: el "horror", que causaría sensaciones físicas y estaría vinculado a lo corpóreo, al dolor. Y tercero y último: la "repulsión": o sea, el asco, aquellas historias donde abundan los sesos, la sangre y otras sustancias abyectas.

King considera el terror "como la más refinada" de las tres emociones, pero reconoce al mismo tiempo que, si se viera incapaz de insuflar esa turbación sublime en el lector, descendería sin problema ni reparo alguno al nivel más bajo, el de la náusea. Ya lo creo que lo hace; en ‘Misery’, sin ir más lejos.

Considera el terror "como la más refinada" de las tres emociones, pero reconoce que, si se viera incapaz de insuflar esa turbación en el lector, descendería al nivel más bajo, la náusea

La enfermera psicópata Annie Wilkes, quien ha secuestrado a su escritor favorito tras salvarlo en un accidente, le rebana el pulgar con un cuchillo eléctrico cuando este protesta porque ha saltado una tecla de la máquina de escribir. En una escena anterior, le ha cortado el pie izquierdo con un hacha, a la altura del tobillo: "Sangre de un rojo muy oscuro salpicó la cara de Annie convirtiéndola en india con pinturas de guerra. Salpicaduras también en la pared". Toma ya, kétchup a borbotones. Luego le cauteriza el muñón con un soplete de propano. La versión cinematográfica tuvo que eliminar la primera amputación y suavizar la segunda.  

Lucha entre fuerzas

Siguiendo las tesis de Friedrich Nietzsche en ‘El nacimiento de la tragedia’, King, gran heredero de la tradición gótica norteamericana, considera el horror como el resultado una lucha incesante entre fuerzas apolíneas (racionales, ordenadas) y dionisíacas (impulsivas, caóticas).

En cualquier caso, lo más jugoso de ‘Danza macabra’ no son tanto las tesis o las aproximaciones teóricas, como el paseo discursivo por sus preferencias en el género, salpimentadas con anécdotas biográficas, como en ‘Mientras escribo’ (Debolsillo), entretejido todo ello con su prosa cercana y a menudo arborescente. Se centra sobre todo en el rastreo del horror en la cultura popular entre 1950 y 1980.

Lo más jugoso del libro no son tanto las tesis o las aproximaciones teóricas, como el paseo discursivo por sus preferencias en el género

Tal vez resulte más sugerente la disección analítica de ensayos como ‘Lo raro y lo espeluznante’, de Mark Fisher (Alpha Decay), o ‘La inquietante historia del horror’, de Darryl Jones (Alianza). Este último sostiene, por ejemplo, que ‘Carrie’ representó "una ambivalente e incómoda respuesta masculina al movimiento de liberación de la mujer". Interesante.   

'Danza macabra'

Autor: Stephen King

Traducción: Óscar Palmer

Editorial: Valdemar

528 páginas. 29 euros