Bibiana Fernández: "Soy una mujer, no una mujer transexual"

Sin filtros.

Premios Goya 2018: Bibiana Fernández coincide con dos
Premios Goya 2018: Bibiana Fernández coincide con dos / GSR

La última entrevista de Bibiana Fernández ha sido como una portada de Interviú: se lo ha quitado todo (los filtros también).

"No quiero entrar en victimismos, pero no podemos negar la realidad: a un señor de 60 años no se le dice nada y a una señora, sí. Si estás arrugada, porque estás arrugada; si te pinchas, porque ya no tienes la cara de antes", se queja Bibiana, que lo tiene claro: "Eso es la vida".

Bibi, aunque sea "una mujer nacida para la ansiedad" (como dijo en 'Masterchef'), no deja de tomarse las cosas con humor. Hacienda se lo ha quitado "todo", pero bueno, "es lo que hay" -dice-, así que "vuelta a empezar": "Sólo me queda hacer gasolineras por las noches y cogerme un par de casas para planchar. Luego quieren que no tome pastillas", bromea la actriz en su entrevista para Papel.

Ella políticamente correcta no es, es más, no tiene filtros, confiesa la actriz: "Cuando hablas, tienes que hacerlo con sentido común, pero no puedes andar con la psicosis de si molestas o no", y es que Bibiana piensa que "ahora se monta un escándalo con cualquier cosa banal y luego muy poquito con los temas importantes".

Escándalo -según ella- el que se montaría si la Movida tuviera lugar ahora... "Los puritanos nos meterían a todos en la cárcel. Alaska comenzó a rodar 'Pepi, Luci y Bom [y otras chicas del montón]' con 15 años y tenía una escena en la que hacía una lluvia dorada sobre Eva Siva. Ahora la meterían presa a ella por menor, a Almodóvar por dirigirla, a Eva Siva por dejarse y a su madre por darle permiso para la película".

Y es que los tiempos han cambiado y para Bibiana, la "hipocresía tremenda" que impera en la sociedad solo debe tener un límite: "La educación. A partir de ahí, que cada uno elija cómo vivir sin tener que pedir permiso". Con movimientos como #MeToo, Bibi se suma a la lucha contra los lastres de nuestra sociedad: "¿Cómo no voy a defender que la mujer tenga derecho a decir que no?".

Ahora bien, lo cortés no quita lo valiente: "Pero entre eso y que quieran multar a la gente por decir un piropo... Mira, yo paso la prueba del andamio y, cuando voy por la calle, aún me caen piropos. Y si a ese hombre le ponen una multa, se la tengo que pagar yo por el subidón que me ha regalado", bromea la actriz, antes de sincerarse: "La grosería me molesta, pero eso no significa que nos convirtamos en asexuados". "Se está demonizando el deseo y, si se acaba la seducción, se acaba la vida", sostiene Bibiana, que aunque una vez dijo que podía vivir sin sexo, reconoce que "con sexo se vive mejor, es evidente".

Las etiquetas son otra cosas que no van con Bibiana Fernández, que rehúye de la palabra transexual: "Es una palabra que usa la sociedad para etiquetarte, pero que no se corresponde con tu realidad. Soy una mujer, no una mujer transexual, como si fuera un sidecar. La vida hay que intentar simplificarla porque es muy difícil, y según te vas haciendo mayor, te vas dando cuenta de que hay que quitarse capas que te van lastrando. Buscar dentro de ti lo que eres y cómo te sientes. Y punto".

La verdad es que esta posición ha hecho que sean varias las asociaciones y colectivos la señalen, pero eso a ella le da tres que ochenta: "Hasta que yo no aparecí, no había ninguna referencia transexual en este país. Es una lucha que inicié y no me arrepiento. Pero no me puedo convertir en abanderada de algo que yo no me siento. Me siento una mujer, ninguna otra cosa", explica tajante la presentadora, que tiene claro que no cabe en una sola palabra (somo Shaki): "Para definirme se necesitan miles de ellas, buenas y malas, y no pienso dejar que me hagan más pequeña reduciéndome a una".

Las cosas las tiene claras, desde luego que sí.
Las cosas las tiene claras, desde luego que sí.

La actriz acaba de cumplir los 64 años, y aunque la vida "sea una socia puñetera", ya le dedicó unas palabras el día de su cumple: "Gracias a la vida por permitirme bailar con ella sin descanso, por dejarme vivir varias vidas en la misma, por tener ese capital de amor y amistad inigualable, aunque a veces seas puñetera, quiero seguir bailando contigo hasta caer rendida".

Vamos, que la de Tánger no puede estar más agradecida (y emocionada), y es que se siente "en racha": "Me he reseteado, como las máquinas, y me ha sentado bien".

¡Te queremos, Bibi!
¡Te queremos, Bibi!

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