LA FIESTA DEL LIBRO Y LA ROSA

Virginie Despentes, la reina madre del feminismo punk

La autora francesa vive un estreno de lujo en su primer Sant Jordi firmante

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Olga Merino

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Aunque el día amaneció como para seguir enroscada entre las sábanas, la reina madre de todos los posfeminismos apareció puntual a las 11 de la mañana en el puesto callejero de la librería Documenta, en pleno paseo de Gràcia, en la que fue la primera de sus metas volantes durante la jornada. Sudadera negra, pantalón negro, zapatillas blancas y una parca verde militar. Alta, altísima, llegó fumando un pitillo de los de liar. Increíble pero cierto: ahí estaba, en su carnal mortalidad, Virginie Despentes (Nancy, 1969), autora de 'Teoría King Kong', uno de esos libros que te revientan la cabeza, una suerte de manifiesto escrito "para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las mal folladas, las infollables". O sea, para todas las excluidas del mercado buenista. Un ensayo que ha vendido un millón de ejemplares en Francia.

Sin haber alcanzado a sentarse, la novelista y directora de cine, que este martes disfrutó (o padeció) su primer Sant Jordi firmante de la historia, ya tenía cola de lectores, sobre todo mujeres jóvenes, como Sonia Rico, quien dirige un club de lectura feminista en la Documenta, hogar libresco donde reinan los imprescindibles Josep Cots y Enric del Arco. Aguardaba una fila no tan compacta como la del Mercadona en sábado, pero sí bastante nutrida; una chica que esperaba pacientemente el turno, por cierto, acudió con la bibliografía completa de Despentes metida en una bolsa de ese súper, de las reciclables, la que lleva impresa una cesta de mimbre con hortalizas variadas. Lo traía todo, la mujer. El mencionado ensayo, además de la novela 'Fóllame' y la trilogía 'Vernon Subutex', cuyo primer volumen acaba de publicar en catalán Sembra Llibres.

Mucha chupa de cuero, leggins con estampados animales y botazas Doctor Martens entre los cazadores de autógrafos. En un fragmento de conversación cazado al vuelo en la cola, una muchacha intentaba meter en razón a su progenitor: "Mira, papá, Yolanda también es mi novia". Ah, de acuerdo. En realidad, el puesto preparado por Documenta a primera hora fue tal vez la mesa más arcoirisada de todo el Sant Jordi, con la diva francesa flanqueada por el autor millenial Sebastià Portell ('Ariel i els cossos', Empúries) y la ensayista Shaina Joy Machlus ('La palabra más sexy es sí', Vergara / Ediciones B). Y, mira por dónde, por tratarse de una mesa LGTBI, les tocó firmar encarados frente a un póster inmenso de Chanel, con unos labios pintados de rojo cereza, una boca la mar de heteronormativa.

La palabreja diva se ha colado más arriba de rondón porque la autora parece escasamente fatua. A la Despentes se le nota poco lo francés y mucho la raíz 'classe ouvrière'. Nacida en una ciudad de carbón y fábricas de coches, hija de funcionarios de Correos, se largó de casa a los 17 años. Y la violaron tres desconocidos cuando hacía autoestop. Y fue rockera. Y trabajó como prostituta de las de internet durante tres años. Y ahora lo está petando con su escritura urbana, repleta de violencia y sexo, muy lejos de la novela francesa de problemitas pequeño burgueses. "Punk is not dead, I know!", cantaban (es un decir) The Exploited, allá por los ochenta. Virginie Despentes sabe muy bien que ahí siguen la rabia, el malestar y el ‘no future’ de unos cincuentones que se tragaron el cuento de que iban a vivir mejor que sus padres.

En estas, empezó a chispear. 'Merde'. "¿Pero esto es Barcelona o París?". La mano derecha de Despentes, adornada con un anillo en forma de calavera, no paraba de firmar un libro tras otro, y para su sorpresa, muchos ejemplares de 'Fóllame', su primera novela, tal vez porque se trata de un título fetiche, una especie de imán. Uno lee "fóllame" y se compra el libro automáticamente. Por si acaso.

En la espera, la perra de Despentes, una Boston terrier, resultó presa de un repentino ataque de sed y, ni corta ni perezosa, se lio a lamer con la lengua los panots del paseo de Gràcia. ¿Puede haber una mascota más punky? La pareja de Despentes, Tania Salvador, que sujetaba al simpático chucho por la correa, se echó a reír. Tania es de Zaragoza, dibujante y tatuadora, y atiende por el nombre artístico de La Rata. ¿Puede haber un pseudónimo más punky?

Acabada la sesión de firmas, tocaba presentarse.

-Buenos días, Virginie. Soy tu sombra.

-Ah, hola. Encantada.

Esa era la idea, pegarse a la autora cual lapa hasta la noche, si no fuera porque una inoportuna torcedura de tobillo obligó a una retirada forzosa a la hora de comer, cuando empezaba a salir el sol. ¿Hay algo más punk que una cojera? Tal vez algún lector se acuerde aún del Cojo Manteca… Pero en vez de liarse a muletazos contra los escaparates, había que entregar a tiempo el jornal de estas líneas. 

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