LOS RECORTES EN CATALUNYA

Afectados por las listas de espera: "Hay dinero para todo, menos para lo más elemental"

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Beatriz Pérez

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Una de las consecuencias más visibles de los recortes aplicados en la sanidad pública catalana desde el 2010 es el ensanchamiento de las listas de espera. El tiempo que el paciente aguarda para las intervenciones quirúrgicas, las pruebas diagnósticas y las consultas a especialistas ha aumentado considerablemente.

Catalunya, la comunidad que más recortó en gasto social durante la crisis económica según la Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales, es la autonomía con más personas pendientes de una operación (168.108 pacientes en junio, según el Ministerio de Sanidad), con más tiempo medio de espera para ser intervenido (146 días frente a los 115 de media de España) y con una mayor tasa  de espera por cada mil habitantes (23,32 pacientes en lista por cada mil habitantes). 

Detrás de los números se encuentran las personas que no pueden pagarse una mutua privada 

Detrás de estas cifras se encuentran algunas otras que, en gran parte, explican a las primeras: mil millones menos en la sanidad pública catalana con respecto al 2010, unos 860 médicos menos en la atención primaria o el cierre de 1.094 camas de agudos en todos los hospitales de Catalunya y de otras 786 en los centros sanitarios.

Catalunya solo invierte un 3,7% de su producto interior bruto (PIB) en la sanidad pública, un porcentaje inferior al de la media española (un 6,2%) y a la europea (un 7,2%). Son cifras facilitadas por Metges de Catalunya, sindicato que denuncia que, desde el 2010 hasta ahora, la Generalitat ha aumentado su presupuesto un 4,6%, pese a que ha invertido en la sanidad pública un 10,1% menos. Y en concreto, la atención primaria, considerada la puerta de entrada al sistema, recibe tan solo un 17% del presupuesto de sanidad (un 18,5% en el 2010), porcentaje que, según las recomendaciones, debería ser del 25%.

Pero detrás de todas las cifras, hay mucho más: la ciudadanía. Las personas que, en muchos casos, deben estar meses y meses medicándose para paliar el dolor que sufren porque la operación a la que deben someterse se demora irremediablemente en el tiempo. O porque una prueba diagnóstica necesaria para que recibir el tratamiento adecuado se retrasa más de lo esperado. Personas que no se pueden pagar una mutua privada, algo que aceleraría estos trámites. Personas, en definitiva, que se ven obligadas a esperar. 


Juana Fernández: "Tengo que esperar más de un año para la clínica del dolor"

Los dolores que sufre en la pierna Juana Fernández son tan intensos, que su familia tiene que llevarla a la cama en volandas porque ella no puede siquiera tocar el suelo. Hace más de 35 años que tiene este problema que se ha ido intensificando en los últimos tiempos y al que los médicos aún no han puesto nombre. "Ahora han visto que tengo una úlcera interna y que se me ha calcificado el hueso del tobillo. No puedo mover las articulaciones", cuenta esta vecina de 70 años de Can Peguera, en Nou Barris (Barcelona). El 31 de mayo, derivada por su traumatólogo, le dieron vez para la clínica del dolor del Hospital Vall d'Hebron el 7 de agosto del 2020. Más de un año de espera. Mientras tanto, toma todas las pastillas que su cuerpo aguanta.

"Yo ya tengo una medicación muy alta y muy fuerte. Me tomo siete pastillas por la mañana, dos a mediodía y otras siete por la noche. Necesito ir a la clínica del dolor para ver qué tratamiento me pueden dar, si me tienen que subir aún más la medicación o cambiarla", explica Juana, que toda su vida ha sido ama de casa. Las clínicas del dolor están formadas por equipos multidisciplinares que tratan el dolor crónico de pacientes como ella. Cuando los dolores son muy fuertes, su familia le pone una inyección y entonces ella se pasa dos o tres días en cama. 

"Desde hace siete años, voy por la calle en silla de ruedas porque no puedo aguantarme de pie. Con que pise una piedrecita, aunque sea del tamaño de un garbanzo, me voy al suelo. No tengo estabilidad en la pierna". Es su marido, Carlos, de 70 años, quien empuja la silla en la calle. "Moverte por este barrio en silla de ruedas no es fácil. Y a él, a veces, le cuesta", asegura.

Carlos, al igual que Juana, también está en lista de espera para hacerse un ecocardiograma. "Ya voy para el año", dice el marido de Juana. "La sanidad pública en Catalunya está fatal. Y con los dirigentes que tenemos, más todavía. Quitan profesionales, no invierten…", se queja. "Siempre hubo listas de espera, pero no tan largas como ahora", añade Juana. 


Laura Tarrés: "Llevo un año y medio sentada"

Laura Tarrés, de 68 años, lleva desde mayo en lista de espera quirúrgica garantizada del Hospital de Mataró para que le pongan una prótesis de rodilla debido a una artrosis tricompartimental. En teoría, la lista de espera garantizada asegura que el paciente no aguardará más de 180 días (seis meses) para ser intervenido, pero en su caso ya ha pasado este tiempo y aún no le han dado fecha para la operación. "Está todo en punto muerto. Mientras tanto, tengo una vida muy limitada, mucho dolor y me paso gran parte tiempo del día sentada. Como mucho, doy una vuelta a la manzana con el perro", relata Laura. Vive sola.

La mujer, agente de seguros ya jubilada, recuerda cuándo comenzó a sentirse mal: en mayo del 2018. "De repente me vino un dolor fortísimo en la rodilla que me impedía el movimiento. Unos vecinos vinieron a casa a ayudarme y una ambulancia me llevó al hospital", cuenta Laura. Pero hasta mayo de este año no entró en la lista de espera para ser operada. Antes se sucedieron pruebas y visitas médicas que también se retrasaron.

Por ejemplo, en junio del año pasado le dieron vez para noviembre (cinco meses) para hacerse una resonancia magnética. Se quejó y logró que se la realizaran en septiembre. Dos meses después, visitó al traumatólogo del CAP Mataró Centre, pero no le dieron la siguiente cita con el especialista del Hospital de Mataró hasta el 14 de mayo de este año. Es decir: seis meses de espera para visitar al médico especialista.

Fue en esta visita cuando le dijeron que tenía una artrosis tricompartimental y no un problema de menisco como le habían dicho inicialmente. A Laura había que intervenirla quirúrgicamente para cambiarle la rótula. Pero mientras no es así, tiene una vida muy limitada. "Yo, como vivo sola, estoy a expensas de los demás. Sé que ya no tengo una vida por delante, pero no me quiero pasar los años que me quedan sentada en una silla. Llevo un año y medio sentada en una silla", denuncia.


Jorge Valls: "Me han dado cita con el traumatólogo para dentro de siete meses"

"Tengo la espalda fastidiada". Jorge Valls, de 70 años, tiene tres hernias discales. Pese a que su médica de cabecera le pidió en julio una "visita preferente" con el traumatólogo en el CAP de Sant Andreu, no le han dado vez hasta el 24 de febrero. Siete meses esperando. "Mientras tanto, me hincho a pastillas. Me tomo nolotil y antiinflamatorios. Alguna vez he tenido que ir al hospital por problemas en el estómago", cuenta desde su casa en Trinitat Vella, en el distrito de Sant Andreu.

En junio, un mes antes de que lo derivaran al traumatólogo, le hicieron una resonancia magnética en el Hospital Vall d'Hebron por la que estuvo esperando "tres o cuatro meses". Jorge explica que si no tardaron más en realizársela es porque presentó una reclamación. "Pude hacer la resonancia antes, pero en domingo", asegura. Tras esta prueba, fue cuando la médica de cabecera decidió derivarlo, de manera preferente, al traumatólogo. También ella lo animó a presentar una queja por los muchos meses que debía esperar por el traumatólogo, pero de momento Jorge no ha podido adelantar nada. "Aunque la reclamación la puse en el CAP Sant Andreu, me han dicho derivan la resolución final a Vall d'Hebron".

Hace unos 10 años que Jorge superó un cáncer. Asegura que entonces el trato y la rapidez fueron "estupendos". "Con el tema oncológico fue muy bien. No tuve que esperar y, además, lo detectaron a tiempo", dice. Pero ahora no está tan contento con el sistema. "Tengo hernias discales desde hace mucho tiempo. La diferencia es que ahora tengo 70 años, cuando tenía 45 iba tirando", cuenta. Ya no le resulta tan fácil. "A veces me agacho a buscar cualquier cosa y me quedo clavado. Muchos días no duermo. Si ando mucho, me coge un hormigueo. Y a veces abuso de las pastillas porque me duele".

Este paciente tampoco oculta su enfado y su decepción con la clase política. "De los políticos espero poco, sobre todo de los de aquí. Esto es una olla de grillos. Hay dinero para todo, menos para lo más elemental", concluye.


Josep Bruch: "Tengo cinco meses de espera para una resonancia"

Josep Bruch está cabreado. "Tengo un problema en la pierna izquierda, me duele la articulación y debo esperar cinco meses para hacerme una resonancia magnética de carácter preferente en el Hospital de Vic", explica este hombre de 72 años. El 10 de octubre fue al médico y, a partir de ahí, vino la cita para realizarse esta prueba. "Además, hasta marzo no tengo visita con el traumatólogo", añade.

Por fortuna, aún puede moverse con soltura. "Voy cada día al gimnasio. Procuro mantenerme mínimanente en forma", relata este hombre que asegura que "normalmente" él no había tenido problemas con la sanidad. "Cuando estaba en activo, era administrativo en el Col·legi de Metges, conocía a todos los médicos de la comarca", dice. Si no ha presentado una queja por lo mucho que tiene que esperar ahora es porque es consciente de que "no hay nada" que le"impida caminar "con normalidad". "Solo me molesta al caminar", reconoce.

Pide a los políticos que vayan a "cualquier médico de primaria" y vean "de qué va la cosa". "Yo he trabajado 45 años en la sanidad y te digo que esto es un desmadre. Un médico de cabecera tiene la obligación de hacer todas las visitas programadas. Muchas veces no llegan", asegura. "Está todo muy mal montado y a los médicos no les pagan demasiado bien", denuncia