Análisis

Borisov, el gran adulador

El presidente de Bulgaria ha conseguido convencer a propios y extraños de ser el perfecto europeísta y aliado

Borisov, líder del centroderechista GERB, tras votar en una cabina electoral, en Sofía, el 26 de marzo.

Borisov, líder del centroderechista GERB, tras votar en una cabina electoral, en Sofía, el 26 de marzo. / periodico

Ruth Ferrero-Turrión

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Bulgaria es hoy un país menos libre y democrático que hace diez años. Por el contrario, disfruta de una envidiable estabilidad económica y fiscal e incluso ha registrado superávit durante los últimos años.  El 'negocio' se abre paso frente a la 'política', tal y como también se puede observar en otros países del entorno. De hecho, en una encuesta del 2018 realizada por Open Society Institute de Bulgaria mostraba como solo el 45% de la población pensaba que la democracia era la mejor forma de gobierno, además, la mitad de los búlgaros no votaría a candidatos que fueran gays, turcos o gitanos. Estos datos reflejan de manera clara la situación sociopolítica por la que atraviesa el país, donde el Gobierno de Borisov es apoyado por tres partidos de extrema derecha que están logrando introducir su agenda social. A modo de ejemplo, ellos fueron los que consiguieron bloquear la Convención de Estambul en el país. No hay cinturón sanitario en Bulgaria.

Sin embargo, esta estabilidad económica puede no llegar a durar. La ausencia cada vez más evidente de garantías jurídicas está derrumbando la inversión extranjera que ha caído hasta 10 veces desde 2007, año de la incorporación de Bulgaria a la UE. La prensa búlgara está considerada como la menos libre del entorno comunitario por Reporteros sin Fronteras y tal y como ha quedado reflejado en diversos índices internacionales como el Índice de Libertad de Prensa o Freedom House. Así, las amenazas a medios de comunicación no afines al gobierno han visto no sólo recortadas las ayudas europeas, sino que diversos periodistas han sido amenazados. Es imposible no recordar la violación y asesinato, en 2018, de la periodista Viktoria Marinova cuando investigaba varios casos de corrupción.

Y si hay algo en lo que Bulgaria va en cabeza en la UE, esto es la corrupción.  Los casos por corrupción en el Gobierno se han ido sucediendo sin pausa, casi todos ellos vinculados a la especulación inmobiliaria, a la malversación de fondos públicos, en particular los comunitarios, y escuchas ilegales. Nada que nosotros no conozcamos también en España. De hecho, el propio Borisov se vio implicado en un escándalo ya en 2016 por la compra de un piso de 1,5 millones en Barcelona, el conocido como el Asunto Yaneva (Yaneva Gate) del que salió indemne.

Sin duda alguna, Boyko Borisov es uno de los políticos más hábiles de Europa. En palabras de Ivan Krasev, “es el más proamericano, prorruso y proeuropeo” que nadie, un genio en el arte de contemporizar con sus interlocutores. Ha conseguido convencer a propios y extraños de ser el perfecto europeísta y aliado. Es significativo que EEUU le considerara una pieza clave en la lucha contra el terrorismo internacional, en Bruselas sea visto como uno de los líderes más europeístas de la región y al mismo tiempo, tenga una relación fluida con Moscú. Entre Orbán y Macron, prefiere una vía búlgara.  Así todos contentos, y Borisov continúa a los mandos de un país que no consigue remontar ni social, ni política, ni socialmente, mientras Europa observa impasible.