"Mi hija no dijo nada sobre el acoso por miedo a que la obligáramos a volver a ser niño"
La familia de Erika ha sufrido todo tipo de trabas en la normalización del nombre sentido de la niña
"Estoy lista”. Eso le dijo Erika a su madre cuando se acercaba su sexto cumpleaños, y le pidió que avisara a los invitados a su fiesta para que no le regalaran cosas de chico. Añadió que no le importaba lo que pensaran al respecto.
Hasta entonces Cristina Fernández siempre había pensado que su hija sería gay, que 'disfrazarse’ con vestidos de niña era un 'juego', y la corregía cuando se refería a sí misma en femenino. "No se me pasaba por la cabeza la transexualidad", cuenta.
GOLPE DE REALIDAD
Fue Javier Valero, el padre de Erika, quien se dio cuenta de lo que realmente estaba ocurriendo tras un viaje que la pequeña hizo con su madre en el que le dejaron elegir su vestuario. A la vuelta, se negó a volverse a poner la ropa de chico y dijo que, si seguían obligándola a vivir como un niño, quería morirse.
“Javier me llamó ese día y me dijo que teníamos que llevar a ‘nuestra hija’ de compras. Era la primera vez que hablaba de ella en femenino”, recuerda Cristina.
Ahora, Cristina es la covicepresidenta de la entidad Chrysallis y una de las promotoras del protocolo en pro de los menores ‘trans’ de Ensenyament.
DIFICULTADES EN LA ESCUELA
Pero aunque en su entorno familiar la situación está plenamente normalizada, en el colegio las cosas no han sido fáciles. Los profesores no tuvieron problemas en llamar a la niña con su nombre sentido y permitirle vestir según sus preferencias pero, en el aspecto burocrático, Cristina se ha encontrado con todos las trabas posibles.
Hace ya dos años que Erika hizo su tránsito y todavía no han logrado que el centro cambie el nombre en la documentación interna. “Es frustrante porque yo misma he hablado con otros colegios para explicarles cómo hacerlo y no lo consigo para mi hija”, explica Cristina, que espera que el nuevo protocolo le dé lo que se le ha estado negando a Erika.
BATALLA CONTRA LA DISCRIMINACIÓN
Que se use el nombre sentido incide directamente en la aceptación que los menores tengan en el ámbito social, concretamente en la escuela. “Si los mayores no le dan credibilidad a su situación, tampoco lo harán los niños”, afirma Cristina. Este fue el caso de Erika que, tras su tránsito, sufrió acoso por parte de sus compañeros."Lo aguantaba sin decir nada porque temía que la obligáramos a volver a ser niño", explica su madre.
"Cuando me enteré, pensé en el suicidio del menor transexual al que hacían 'bullying' y sentí un miedo atroz", recuerda. Por suerte, con la ayuda de los profesores, ya no hay acoso escolar y las notas de Erika están mejorando rápidamente. “Es una niña alegre, vivaracha y, sobre todo, muy fuerte”, la define su madre.
“No tengo que justificar ante nadie quién es mi hija”, se queja Cristina sobre las situaciones de discriminación que han vivida aunque ella opina que todas las familias tienen sus dramas: "No somos diferentes por el hecho de que nuestra hija sea trans”.
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