MEDIOAMBIENTE

Voluntarios recogen siete toneladas de basura en el delta del Ebro en tres horas

Las administraciones apenas dedican recursos a la limpieza del parque natural

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SÍLVIA BERBÍS / SANT CARLES DE LA RÀPITA

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"En las zonas naturales no hay servicio de recogida, llevaos la basura a casa". Así lo expone el folleto con el sello del parque natural del delta del Ebro que el concejal de la Ràpita Carles Sanchís reparte a algunos jóvenes que han acudido a la playa del Trabucador. Ni el parque, ni la Generalitat, ni la dirección general de Costas, ni los ayuntamientos dedican recursos suficientes a limpiar asiduamente kilómetros de costa de un espacio tan extenso como el delta del Ebro. Es más, ni siquiera hay papeleras en unas playas inabarcables, porque se estiman un foco de más suciedad.

Ante esa realidad, ayuntamientos y Generalitat apelan al voluntariado para dignificar zonas protegidas atiborradas de plásticos. El domingo, unos 300 vecinos de los siete municipios que conforman el delta -L’Ampolla, Camarles, L’Aldea, Amposta, Deltebre, Sant Jaume d’Enveja y Sant Carles de la Ràpita- formaron una brigada eventual de limpieza que en apenas tres horas extrajo semienterrados en las dunas y de entre la vegetación salina más de siete toneladas de basura. Todos saben que esa acción puntual de maquillaje a las puertas de la temporada turística es flor de un día. El problema es más profundo, pero de momento el delta ofrece una imagen más afín al paraíso natural que intenta vender en los folletos promocionales.

UN VERTEDERO

"Estamos encontrando de todo: tampones, botellas de vidrio, trozos de colchón... hasta una bombilla", explican con caras de asco dos parejas de voluntarios que han sustituido su rutina dominical por una mañana al aire libre recolectando residuos. Eva, Joel, Lluc y María han venido desde la Ràpita, Alcanar y Tortosa. "Alguien oyó en la radio que se convocaba esta jornada, lo puso en el grupo de watsapp y decidimos venir los cuatro”, comentan. No son de los que vienen demasiado a esta playa en verano, de manera que su aliciente no es adecentar un espacio que sientan como propio. Para Pilar, que sí frecuenta esta playa, buena parte del problema se debe al incivismo. "Una vez vine después de la verbena de Sant Joan y era un vertedero, pero también cada fin de semana mucha gente deja aquí los residuos que genera en su día de playa", lamenta.

Además, el mar, con los temporales de levante, aporta un material ingente a la costa, vertido en buena parte desde barcos y en otras ciudades en cualquier punto del Mediterráneo. Hay detalles que indican que hay quién piensa que tras ver un romántico atardecer en pareja alguien pasará a recoger sus desechos. "He encontrado una bolsita con dos copas de plástico y una botella de cava", comenta otro voluntario. "Y hasta un televisor", añade.

HASTA MIL AÑOS

“Lo principal de una jornada como esta es incidir en la conciencia ciudadana, porque está claro que la raíz del problema está en unos hábitos de consumo en los que cada vez el plástico está más presente, y hay que llegar ahí, al consumo responsable”, apunta Sanchís. Expone su asombro ante la reciente visión de unas mandarinas puesta a la venta sin su piel y en un envase de plástico. “Es absurdo”, afirma.

Un muestreo orientativo de los residuos recogidos en la campaña Por un Delta Limpio revela que un 75% del material es plástico, un 12% metal, un 7% vidrio y un 6% textil. El folleto repartido entre los vecinos expone didácticamente el tiempo que cada objeto tardaría en degradarse de seguir en la naturaleza. Más de mil años una botella de vidrio, entre 300 y 500 una de plástico, algo similar una lata de refresco, y cien años un simple envase de yogur. En un lateral, otra dato útil: la multa por ensuciar el espacio protegido es de 400 euros.