TRIBUNALES

Un ginecólogo, a prisión por una pena de 1 año

Deberá cumplir la condena por su conducta «peligrosa»

J. G. ALBALAT
BARCELONA

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El Juzgado Penal número 15 de Barcelona ha desestimado un recurso presentado por la defensa del médico ginecólogo S. T. O., condenado por la muerte de un bebé en diciembre del 2005 en Sant Boi de Llobregat, y ha reiterado que debe cumplir la pena de un año de prisión por su comportamiento «claramente peligroso». Habitualmente este tipo de penas cortas no comportan el encarcelamiento del acusado. Sin embargo, en este caso, el facultativo ya tenía una condena anterior de multa por una falta de imprudencia por el fallecimiento de otro niño.

El juzgado confirma en esta resolución -difundida ayer por la asociación El Defensor del Paciente- la que adoptó en junio, en la que negó al ginecólogo el beneficio de la condena condicional. En su nuevo auto, el juez sostiene que el hecho de que el médico tenga una sentencia anterior pone de manifiesto su comportamiento peligroso y destaca que su «conducta imprudente ha comportado la muerte de dos bebés».

La resolución rechaza de forma contundente las alegaciones del médico respecto a que su ingreso en prisión tendría efectos «nefastos» para él y señala que «su conducta también ha generado los mismos efectos en varias familias». El magistrado incide en que la «trayectoria delictiva [del ginecólogo] y razones de prevención general y especial» le han llevado a no otorgar la condena condicional al médico. El acusado puede recurrir a la Audiencia de Barcelona.

SUFRIMIENTO FETAL / El pasado mes de abril, cuando condenó al ginecólogo a la pena de prisión, el Juzgado Penal número 9 consideró probado que el 4 de diciembre del 2005 la madre afectada acudió por la mañana al Hospital de Sant Boi con dolores de parto, pero los médicos que le asistieron la remitieron a casa, al creer que el alumbramiento no era inminente. Seis horas después, tuvo que volver. A pesar de que el feto presentaba síntomas claros de sufrimiento, el médico condenado optó por la evolución natural del parto y no ordenó una cesárea.

Tras otra exploración de la paciente, hacia las 21.00 horas del mismo día, se detectó un descenso de la frecuencia cardiaca del feto, por lo que el ginecólogo, «de modo imprudente», decidió administrar oxitocina a la mujer para acelerar el parto, lo que provocó un incremento del sufrimiento fetal. El médico utilizó la técnica del fórceps y agravó la situación. Al final, a las 21.50 horas, se practicó una cesárea a la madre. El bebé, con graves dolencias, fue ingresado en la unidad de cuidados intensivos y falleció el 7 de enero del 2006.