VIAJE SORPRESA al país asiático

Zapatero recuerda que la misión de Afganistán "requerirá tiempo"

El presidente, que ha viajado acompañado de las ministras Jiménez y Chacón, se ha entrevistado con el presidente Karzai y con el general Petraeus

MAYKA NAVARRO ( Enviada especial)

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Si ya tenía claro que España debía de mantener su compromiso con Afganistán, ahora, tras visitar la base española de Qala i Naw, no le alberga ninguna duda. Al contrario. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha visitado esta mañana por sorpresa Afganistán y ha visto con sus propios ojos lo que están haciendo las tropas en ese recóndito país asiático. “No estamos aquí para quedarnos, pero nuestro compromiso es firme”, ha dicho a los militares. Y al gobernador de Bagdhis, Dirbar Jan Arman, le ha serenado prometiéndole que “nos quedaremos el tiempo que sea necesario”. Y no será poco, porque la tarea, dijo, será “ardua y larga”.

Esta era la segunda vez que Zapatero visitaba las tropas en Afganistán. Lo hizo hace cinco años, cuando la presencia española no superaba los 500 militares. Ahora, el Ejército participa con 1.513 militares en la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF en sus siglas en inglés), la misión de la OTAN en Afganistán.

Acompañado de las ministras de Defensa y de Asuntos Exteriores y Cooperación, Carme Chacón y Trinidad Jiménez, Zapatero ha aterrizado en Qala i Naw tras un viaje en cabina en un Hércules C-130 del Ejército. Esa hora y media de vuelo, con un despegue táctico que dejó al presidente y a su comitiva boquiabiertos y medio mareados, ya sirvieron al jefe del Ejecutivo para empezar a entender la “crudeza” de una misión que dura ya nueve años y se ha cobrado 93 vidas. Las últimas, dos guardias civiles y un intérprete, el pasado 25 de agosto.

Poco proclive a los viajes a las misiones internacionales, Zapatero compartió vivencias por última vez con el Ejército durante un viaje relámpago al Líbano, en el 2008. El jefe del Ejecutivo quería entrevistarse en Kabul con el comandante en jefe de las tropas de EEUU y la OTAN, el general David Petraeus, antes de la cumbre de la OTAN que se celebrará en Lisboa los próximos días 19 y 20. De esa cita debe de salir el esbozo de un calendario, que no será inamovible, pero que diseñará la retirada escalonada de Afganistán.

"Sin prisa"  en abandonar el país 

Tras la escapada de hoy, Zapatero llegará a Lisboa con el mensaje de que España no tiene “ninguna prisa” en abandonar el país. “El trabajo que hemos hecho aquí es increíble. Hemos invertido muchísimo, no podemos irnos ahora, con la tarea a medias. Tenemos la obligación moral de quedarnos hasta el final porque la historia reconocerá a España que contribuyó a la paz en el mundo, desde aquí, desde Afganistán”, dijo Zapatero en una charla con los periodistas que le acompañaron.

Además del general Petraeus, con el que ha coincidido en que esta es una misión en la que importan los objetivos y no los plazos, Zapatero se ha visto con el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, quien ha agradecido la labor de España en la región de Bagdhis y le ha pedido que no se precipitara ni siguiera la estela de otros que ya han anunciado la retirada.

La visita de Zapatero tiene dos lecturas políticas. Una internacional que sirve para consolidar con su presencia el mensaje que el presidente ya dio en el Congreso de los Diputados el pasado septiembre y que no es otro de que España mantendrá su presencia militar mientras el país no consolide su propio sistema de defensa y seguridad, y no se den las condiciones para la salida de las tropas internacionales. Antes, ni habrá retirada unilateral, ni se plantearán más calendarios que los que la OTAN pacte en una estrategia conjunta de repliegue escalonado y por provincias. Y Bagdhis no estará entre las primeras en ser cedidas al control del ejército y la policía afgana, porque la insurgencia se mantiene muy activa en algunos puntos de este enclave del noroeste del país.

A bordo de un RG-31 

El domingo pasado, sin ir más lejos, un artefacto explotó al paso de un blindado con ocho militares, zapadores de la brigada paracaidista destacados en el puesto avanzado de Muqur. Todos resultaron ilesos y el vehículo RG-31, a pesar de los daños exteriores, demostró que ha sido una de las mejores inversiones de los últimos años del ministerio de Defensa. Zapatero ha querido subir y viajar en uno de estos carros y ha escuchado muy atento las explicaciones de un militar sobre las mejoras al modelo inicial que introdujeron los ingenieros españoles.

En clave de política interna, el viaje se puede interpretar como una muestra más de esa “euforia” que envuelve al Gobierno tras la última remodelación y que ha llevado al presidente a dejarse convencer por aquellos que le recordaban que hacía “demasiado tiempo” que no visitaba a las tropas españolas en el extranjero. En cualquier caso, la foto de Zapatero competirá en las portadas de los diarios de mañana con la del Papa en Santiago de Compostela. De hecho, el presidente ni siquiera estaba en el país cuando el Pontífice aterrizó en España. Y esa falta de coincidencia sí que no fue intencionada, porque el programa inicial de este viaje era visitar a las tropas entre el miércoles y el jueves pasado, pero las duras condiciones climatológicas en Qala i Naw hicieron imposible volar antes.

Centrados en la formación

Por poco Zapatero no coincide en Qala i Naw con las dos compañías y media de un batallón, unos 300 soldados del nuevo ejército afgano que entre mañana y pasado llegaran a la base española para quedarse e instalarse a trabajar en la región. El momento será histórico en esta complicada guerra que ya no busca una victoria sobre un enemigo concreto sino que dará por bueno el día que los afganos asuman por si solos la seguridad de su país.

El Ejército español, que ha multiplicado efectivos destinados a la formación del Ejército y la policía afgana, ha sido el encargado de tutelar y adoctrinar a estas dos compañías y media. Hasta ahora han estado haciendo prácticas en Kabul, han pasado por Herat, y entre mañana y pasado llegarán a Qala i Naw donde acabarán su formación y trabajarán codo a codo con los militares españoles, hasta el día que se queden solos.