tú y yo somos tres
«Toute une éternité d'amour»
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
FERRAN MONEGAL
Y en mitad de esta tórrida marea de reposiciones y refritos que las parrillas televisivas nos endilgan, acaba de surgir de pronto la única reemisión que tiene sentido: aquel extraordinario, intenso, emotivo El convidatque TV-3 emitió en diciembre del 2011, cuandoMarina Rossellllevó aAlbert Oma París, a casa deGeorges Moustaki. ¡Ahh! Qué profundidad se consiguió aquel día.Moustaki, convaleciente de un grave enfisema pulmonar, estaba en su apartamento de Île Saint-Louis, y al ver aMarinase le iluminó la mirada. Sonrió. Se puso a transpirar alegría. Y acurrucado en el sofá, le vimos disfrutar enormemente cuandoMarinaempuñó la guitarra y le cantó su versión catalana deLe métèque. Ahora, la reposición de este capítulo deEl convidatadquiere una dimensión formidable, superlativa, insospechada, porque desde entonces las cosas han cambiado; porqueMoustakimurió 17 meses después de aquel extraordinario día. Acabo de escribirmurió, y es una imbecilidad absoluta. Recuerdo que en aquel viaje a París, acodados en una baranda frente al Sena, le decíaMarinaaAlbert:«Mustaki ha colocado en los oídos del mundo, en todos los continentes, canciones como Le métèque, Ma liberté, Milord, Ma solitude... Ese sonido no se extinguirá jamás». Efectivamente. Qué torpeza la mía escribir queMoustakiha muerto cuando su voz, su música, es la inmortalidad elevada a categoría.
He llamado aMarinahace un momento. Le he preguntado por la ceremonia privada en honor aMoustakique tuvo lugar en el cementerioPère-Lachaisey a la que se accedía con una contraseña escueta, significativa: en una pequeña tarjetita, una sola palabra escrita:Milord.Marinaestuvo allí. Y a pesar de que han pasado más de dos meses, le ha costado hablar. Una mezcla de pudor, de respeto, y de amor por su Mustaquien, se lo impedia. Solo me ha contado que después, cerca de laOpéra, se celebró un íntimorendez-vousen el que bebieron champán en homenaje aMoustaki.«Él siempre decía: aunque tengáis un nudo en la garganta, ¡reuniros y bebed a mi salud!».
¡Ahh! Guarde bien guardado TV-3 ese capítulo deEl convidat. No solo es una joya: es la cultura del mundo en estado puro.
Yo, con su permiso, me voy a marchar hasta septiembre. Me llevo miiPodcon laPiaf, conReggiani, conMontand, con Marina... Todos amaron y se alimentaron deMoustaki. «Toute une éternité d'amour».
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