El reto más fascinante de Guardiola

ALBERT GUASCH

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Manchester está acostumbrada a las revoluciones. Es cuna de movimientos radicales como el sufragismo y el vegetarianismo. Es la ciudad en la que surgió la revolución industrial. Donde se creó la primera liga de fútbol; donde nacieron decenas de grupos mayúsculos de la historia de la música; incluso donde se instaló el primer Marks & Spencer.

Algunos comentaristas británicos se refieren ahora a la revolución que conllevará en el fútbol inglés la irrupción de Pep Guardiola. Se diría que esperan ideas drásticas y transformadoras. Lo cual, es obvio, resulta terrible. Con estas elevadas expectativas, los chascos parecen garantizados. 

La Premier es lo más cercano a una NBA que existe en Europa. Por la proyección de su marca y la igualdad del campeonato. También por su calendario. Se juega sin parar, lo que implica un tiempo restringido para modelar al equipo en los entrenamientos. Una calamidad para un obseso de los detalles tácticos. 

Se queja Guardiola de la prensa alemana. De momento todo han sido parabienes de parte de los mordacess tabloides británicos. Eso cambiará. Seguro. Más que la pizarra, les interesa la personalidad de los entrenadores, con qué jugador discuten, dónde van a cenar, cómo visten sus mujeres. Y celebrarán sus duelos dialécticos con otro preparador, mejor si es con Mourinho.

Será, sin duda, el reto más complicado y a la vez fascinante de su carrera en los banquillos. Deberá recomponer la columna vertebral del City. Encontrará talento, pero no estará ensamblado. Dispondrá de mucho dinero, pero sus rivales también. ¿La parte buena? Si en el Bayern se le exige la Champions, en el City triunfará si gana la Premier. Al menos al principio. Y fácil no será.