CRÓNICA
Artefacto cómico con Rodoreda en el TNC
César López Rosell
Periodista
CÉSAR LÓPEZ ROSELL / BARCELONA
El regreso al escenario de ‘La senyora Florentina i el seu amor Homer’, obra teatral de Mercè Rodoreda rescatada en el Romea por Rosa Novell, en 1993, pone cada noche de pie al público del TNC seducido por la fuerza del artefacto cómico urdido por Sergi Belbel, en la línea de un Eduardo de Filippo. Lejos queda ahora la versión de Mario Gas más apegada a la cotidianidad de la sensible tragicomedia. La desaparecida actriz y Pep Cruz encabezaron hace 25 años el cartel junto a Rosa Renom encarnando a la criada Serafina. En el actual montaje, Mercè Sampietro asume el papel de la protagonista en un reparto en el que destaca el deslumbrante debut de Elisabet Casanova, joven actriz procedente de la serie ‘Merlí’.
Belbel ha diseñado una producción que descansa sobre la caricatura cómica más amable de la protagonista y sus vecinas, tan apesadumbradas, melancólicas y solitarias como ella. A todas les une la solidaridad frente a la frustración de no haber conseguido una vida afectiva dentro de las convenciones sociales de la Barcelona de los inicios del siglo XX, y en sus acciones conjuntas se expresan, con la lógica diferencia de matices, casi como si fueran un mismo personaje.
EL RUMBO DE LA VIDA
Florentina, recreada por una Mercè Sampietro de elegante y actualizada presencia, es una profesora de piano que vive en un inmueble del barrio de Sant Gervasi, presentado por el escenógrafo Max Glaenzel como una pérgola modernista rodeada de un exuberante jardín floral, a pesar de que la trama se desarrolla en invierno. En este marco burgués, la mujer mantiene la esperanza de que algún día cambie el rumbo de su vida. Ella cree en la sinceridad de las esporádicas relaciones que desde hace 25 años mantiene con su antiguo amor Homer (Toni Sevilla, un tacaño comerciante de cirios y velas de doble moral), que siempre se queja de lo mal que le va con su mujer.
Margarida Minguillón (la energética viuda Perpètua, que hace las veces de consejera), Teresa Urroz (Júlia, que soporta a un marido impresentable y lo representa de forma hilarante) y la siempre cauta Zoila (Carme Callol) constituyen el compenetrado coro que protege a Florentina. El cuarteto se muestra particularmente divertido en el pasaje en el que interpretan éxitos musicales del viejo Paral·lel en un aclamado clima de café-concert. Todas para una y una para todas.
LA JOVEN CRIADA
Pero la que sacudirá los esquemas de la casa es la joven criada Serafina (espectacular Elisabet Casanovas), chica de pueblo con una vida marcada por sus convulsas y problemáticas relaciones con sus aprovechados novios, que aparece en el momento oportuno. La franqueza y desinhibición que muestra (“estoy un poco embarazada”, soltará en un gag de gran efecto) acabará conquistando el corazón de su patrona y del resto de mujeres. Su vis cómica es excepcional, tanto en lo gestual como en las réplicas. Un hallazgo que dará mucho juego en futuros repartos.
En el último acto, el que desenmascara la falsedad de Homer convertido en un hombre débil tras haber enviudado, el montaje crece al encontrar un mayor equilibrio en el tratamiento tragicómico que la obra exige. Las circunstancias adversas harán que Florentina encuentre su sitio como mujer solitaria, acompañada por sus vecinas y por una criada que se unirá a ellas en esa celebración de la amistad y de la vida lejos de los hombres.
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