Venga monjas
Sor Lucía y sor Teresa han venido a animar la campaña. Y las dos hablan, alto y claro, de sus votos
Josep Maria Pou
Actor y director teatral
Josep Maria Pou
No, no voy a escribir del famoso dúo de humoristas que con este nombre, Venga Monjas, se han ganado justa fama en Youtube. Si se lo pido prestado (muchas gracias, chavales) es porque viene como anillo el dedo. A mí y al momento. Estamos, no me lo negarán, ante un momento «monjas». Pónganle ustedes a la expresión venga monjas el tono y el énfasis que quieran: llamada de ayuda al estilo ¡más madera!, exclamación de sorpresa ante el desembarco, o generoso grito de ánimo, como el que suelta el aficionado en la cuneta al paso de los ciclistas. Todos vienen de perlas. Hoy en Cataluña se habla de monjas, tanto o más que de políticos.
Sor Lucía, dominica, y sor Teresa, benedictina, han venido a animar la campaña (ya pasada, en pura ley). Y las dos hablan, alto y claro, de sus votos. No los de castidad, obediencia y pobreza que deben sus órdenes, que se dan por bien cumplidos, sino los otros, los que se van a contar mañana, los de las urnas. Cada una su opción, cada una su partido o coalición. Como ciudadanas tienen todo el derecho del mundo a hablar de sus convicciones. Y en su vocación de servicio, hacen bien orientando y aconsejando. Nada que objetar, por mi parte. Al contrario. Mi aplauso al valor y a la entrega.
Otra cosa son los matices. Sor Teresa, cabeza y verbo, quiere llegar a presidenta, que es como superiora, pero más. Sor Lucía, todo corazón, se confiesa enamorada del presidente. ¡Caram, que diría mi abuela! ¡Caram, caram! Casada con Dios y enamorada de Artur Mas. Puede que, en su entusiasmo convergente, identifique a Mas con Dios y, siendo así, no hay nada extraño. Mas -y Trias, dos en uno en estos días- se deja querer. Y se arrima al convento, en busca del milagro. Los jueves, milagro se llama una película de Berlanga. Cambien jueves por domingo y darán con el deseo oculto de Más, Trias y Caram.
Y ya que el cine se cuela en la columna sigo por esta senda y hago recuerdo de otras monjas de ficción que también los tenían bien puestos (con perdón): Sor Citroen, Sor Ye-yé, La hermana San Sulpicio, la comunidad de Entre tinieblas y el reparto de Diálogos de carmelitas. Igual que Anne Bancroft en Agnes de Dios e Ingrid Bergman en Las campanas de Santa María.
Ah! Y como sor Lucía con Mas, pero al revés, yo estuve, en su momento, coladito por una religiosa. Se llamaba Audrey Hepburn y vestía los hábitos en Historia de una monja.
Vaya lo uno por lo otro.
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