Una seguridad razonable

Las características del terreno donde se ubica el depósito Castor, con una cierta sismicidad natural, impedirán que la comisión de expertos convocada por el Ministerio de Industria garantice al 100% que la zona no sufrirá terremotos, «pero de la misma manera que no se puede asegurar que Barcelona no vaya a sufrir un seísmo», recuerda José Luis Barrera, vicepresidente del Colegio de Geólogos de España. En cambio, añade, sí se podría garantizar un «grado de seguridad razonable» y, por tanto, dar el visto bueno a nuevas inyecciones de gas.

«En sismicidad siempre se actúa en función de estadísticas y probabilidades -prosigue Barrera-. Creo que si el riesgo es muy pequeño difícilmente se actuará contra el Castor porque, al margen de la millonaria indemnización que podría exigir la empresa, la instalación es estratégica para España». En términos similares se expresa José Giner, profesor y experto en sismología de la Universidad de Alicante, quien considera que a la larga, «si todo evoluciona con normalidad y disminuyen los temblores, la decisión definitiva sobre el Castor será política».

En opinión de Barrera, eso sí, habrá que esperar un tiempo para observar si se repiten los terremotos de mayor magnitud, los vinculados a movimientos de una falla principal, o si por el contrario hay una total disminución porque el terreno se ha asentado. «Si solo hubiera seísmos minúsculos, imperceptibles para la población y sin efectos sobre el propio depósito, no veo qué criterios se esgrimirían para cerrarlo».

Algunos municipios críticos, afirma el vicepresidente de los geólogos, tienen una visión «localista» porque olvidan que la infraestructura es vital para regular el precio del gas en España y hasta para su propio abastecimiento. «Un depósito de este tipo sería una barbaridad en tierra. Debajo del mar son infinitamente más seguros», asegura. En ninguno de los más de 600 depósitos de este estilo que hay en el mundo se ha detectado un «problema similar», concluye.