Jean Louis Neichel, chef: «En Les Corts, mi cocina se adaptó al paladar catalán»

Fue uno de los primeros chefs que recibió una estrella Michelin en España por su labor en los fogones del primer El Bulli, de Hans Schilling. A orillas del Mediterráneo, Jean Louis Neichel aprendió todo lo que precisaba para abrir su propio restaurante en Pedralbes.

Capità Arenas, 25 Creaciones que decoran la vidaTERESA PORREDON REGENTA UNA DE LAS TIENDAS CON MÁS ENCANTO DE PEDRALBES, ESTEL REGALS. NEICHEL LE COMPRA FIGURITAS DE COCINERO.

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CARME ESCALES / BARCELONA

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Cuando Hans Schilling, un médico generalista y fitoterapeuta alemán, le preguntó a un payés de Roses si le vendería un trocito de acantilado -por 15.000 pesetas que le entregaría en dos años-, estaba poniendo los cimientos de un reputado rincón para la posteridad. Aquel balcón natural sobre el Mediterráneo enamoró a quien abrió y bautizó al primer El Bulli, en el que Jean Louis Neichel (Munchhausen, Alsacia, Francia, 1948) obtendría una de las primeras estrellas Michelin de España.

Neichel había conocido a Schilling en Alemania y, cuando vino a visitarlo a la Costa Brava -en su primer viaje a Catalunya-, el cocinero también se enamoró de Cala Montjoi, del mar y de la Tramontana. "Yo tenía entonces 23 años, había estudiado en la escuela de hostelería de Alsacia y Schilling me pidió que me quedara a trabajar en la cantina que había ideado en su rincón junto al mar, al principio sobre todo frecuentada por buceadores para los que preparaba barbacoas", explica Neichel.

"Dije que me quedaría seis meses, pero ya no me fui. Y, al tercer año, Schilling me pidió que me encargara de la dirección y cocina de El Bulli. Yo tenía 25 años y toda esa responsabilidad", reflexiona el chef. "El secreto del primer El Bulli fue que su dueño lo abrió por placer, no para ganar dinero. Si hubiera querido ganar dinero, hoy El Bulli no existiría", dice Neichel.

De El Bulli a Les Corts

Durante ocho años, de junio a septiembre, todas las horas de Neichel se concentraron en aquella cocina sobre la cala del Parc Natural del Cap de Creus y, en 1976, un año después de que llegara la primera estrella Michelin a España, obtuvo la suya. "Premiaban la cocina rara del francés. Yo era el único cocinero francés en Roses y el único que no sabía hacer ni suquet ni paella. Nosotros, con cañas de bambú salvaje, pescábamos erizos de mar para cocinarlos. Y aquello era revolucionario", recuerda.

Cuando en 1981 Neichel decidió establecerse por su cuenta y en un lugar donde el negocio no estuviera condicionado por la temporada turística, encontró un amplio local con jardín en Pedralbes. "Estaba lejos del centro de Barcelona, pero el local estaba muy bien, aunque estaba en medio de campo y tierra", rememora. "Aquí en Les Corts, mi cocina se adaptó al paladar catalán", afirma el cocinero."Quité algunos platos de la carta y aparté la crema de leche, salsas y mantequilla de mis elaboraciones, porque en Roses teníamos muchos clientes franceses y de otros países de Europa, pero en Les Corts nuestra clientela ha sido del barrio, entre semana, y el fin de semana del resto y fuera de Barcelona", detalla.

"Porque en Les Corts, los fines de semana todo el mundo se traslada a su segunda residencia. Los que pueden, se van ya el jueves. Muchos tienen casa en el Empordà. Allí juegan a golf y tienen su grupo de amigos. Hacen mucha más vida que en Les Corts. Aquí se limitan a trabajar y dormir", explica Neichel, con quien también se hace difícil conversar sin que el Empordà se cuele en medio.

Un cliente llamado Dalí

Es difícil esquivar sus recuerdos en El Bulli, donde acudía un señor de Figueres con bigote de gato "que llegaba en un coche americano matriculado en Montecarlo y conducido por un chófer, pedía botifarra con mongetes o un bistec", rememora Neichel. "Sentado en una terraza de Figueres, firmaba litografías dibujadas por él, y que él mismo sugería irlas primero a comprar al pueblo, sin firma, para que fueran más baratas". Son historias que guarda en la memoria Neichel sobre el cliente más internacional que había tenido el Bulli: Salvador Dalí.

Los dos estuvieron tocados por la tramontana e inspirados por el paisaje. Litografías y obras mayores de Dalí evolucionaban al tiempo que, en un rincón de El Bulli, Neichel dibujaba portadas para la carta del restaurante. Su creatividad ha llegado  a cazuelas y platos, sino también al papel y a los lienzos.

Neichel pinta, desde joven. Y ahora que ha cerrado su restaurante (34 años en Beltrán i Rózpide, 1-5) y en espera de emprender algún nuevo reto que su experiencia ayude a sacar pecho, la pintura, en el taller del pintor Guillermo Castellví, se ha convertido en una de sus actividades habituales en un barrio que, por primera vez, puede disfrutar todas las horas del día.

"Si coincido en el ascensor con algún vecino o vecina joven que no conozco, me presento. Hasta hoy me he pasado la vida en el restaurante. Ahora me toca descubrir el vecindario y muchos rincones de Les Corts. Y pedalear en bicicleta por la Diagonal", dice Neichel, agradecido por la gran acogida que siempre tuvo su restaurante en Pedralbes.