Prácticas del sector financiero

El fraude de las preferentes pone en evidencia al Banco de España

Protesta de los afectados por las preferentes ante la sede del Banco de España en Valencia, en diciembre.

Protesta de los afectados por las preferentes ante la sede del Banco de España en Valencia, en diciembre.

PABLO ALLENDESALAZAR
MADRID

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El fraude de las preferentes, productos de alto riesgo que la banca vendió en gran medida a sus clientes minoristas sin que estos supieran lo que compraban, ha provocado que miles de ahorradores tengan su dinero inmovilizado durante meses y que una parte importante de ellos, los de las entidades nacionalizadas, vayan a perder una proporción considerable de sus ahorros. Así descrito, podría parecer que el Banco de España ha pecado de omisión de control de las entidades en este fraude masivo. Pero su responsabilidad es mayor y va más lejos, según el sector y la Defensora del Pueblo.

El supervisor financiero, sostienen, no solo no evitó que se comercializasen las preferentes entre los pequeños clientes de la banca, sino que instó a las entidades a hacerlo porque era la vía para que ganasen solvencia, particularmente para las cajas (que al no estar en bolsa no podían hacer ampliaciones de capital en el mercado). «Así sucedió durante los mandatos de los gobernadores Jaime Caruana y, sobre todo, Miguel Ángel Fernández Ordóñez», aseguran distintas fuentes del sector.

Un reciente informe de la Defensora del Pueblo sobre las preferentes apunta también en esta dirección. Soledad Becerril no quiso hacer daño durante su presentación y se limitó a apuntar que el «Banco de España sí ha actuado, aunque quizá hubiera sido conveniente que insistiera más en la materia y que le hicieran más caso». Fuentes de la institución, con todo, culpabilizan al supervisor con mayor vehemencia.

El documento destaca como una de las principales razones del engaño masivo a los ahorradores la «preocupación de los poderes públicos por procurar mecanismos de capitalización a las entidades con el fin de garantizar solvencia y estabilidad a los mercados». El Banco de España, apunta, estaba más preocupado por la estabilidad financiera que por los pequeños inversores. «El sistema no ha previsto el daño que estaban provocando los acontecimientos y las medidas para corregir esta desviación han sido tardías», critica.

BENEVOLENCIA CON LA CNMV / La Defensora del Pueblo es más benevolente con la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), a la que reconoce que realizó una «advertencia» en el 2008. «Si bien no fue una actuación contundente, la Comisión cumplió con su obligación señalando que no se debía seguir esa vía», dice.

El Banco de España ha venido reconociendo que, si bien no instó a su venta, si vio con buenos ojos la emisión de las preferentes. Con todo, ha defendido que su principal competencia es vigilar la solvencia del sistema, mientras que la CNMV es quien debe supervisar la comercialización de productos no estrictamente bancarios, como las preferentes, a pequeños inversores que no sabían lo que compraban.

Lo cierto es que el Banco de España sí realizó una advertencia en el 2002, bajo el mandato de Caruana. En un informe, manifestó su «preocupación» por el creciente peso que tenían las preferentes en el capital de las entidades y por la «forma en la que, en determinados casos, se comercializan entre la clientela minorista tradicional», que tiene una «menor capacidad de valoración del riesgo asociado al instrumento» que un inversor profesional.

El informe de la Defensora del Pueblo reconoce que esta advertencia y otras posteriores existieron, pero destaca que el supervisor aplaudió en el 2007, ya con Fernández Ordóñez, que el capital en preferentes estuviera creciendo con fuerza. «Resulta difícil de entender que en el 2002, con mucho menos volumen de capital en preferentes, manifestara su preocupación y avisara de los riesgos de estos productos, y que en el 2009 se apoyara el aumento de este capital», critica.

El documento también cuestiona al Banco de España por «amparar» la imagen de solvencia y solidez que daban las entidades «cuando luego no ha resultado ser cierta» con el transcurso de la crisis. «Sería importante que la imagen de solvencia que proyectan las entidades responda a la realidad y que los datos del Banco de España sean fiel reflejo de ello, restableciendo así la confianza en el mercado financiero», reclama.