OPINIÓN
La deflación no es problema
El INE acaba de publicar el dato (adelantado) de IPC de septiembre, que baja un 0,2% con respecto al mismo mes del 2013. Los precios siguen bajando. Pero bajan menos que en meses anteriores. En cualquier caso, una bajada del -0,2% es tanto como decir que los precios no han bajado ¿y por qué? Pues porque el número empieza por 0. Del mismo modo que una subida de precios del +0,3% es lo mismo, a efectos prácticos, que decir que los precios siguen estables.
Desde verano del 2013 la inflación en España, medida por el IPC, se ha movido entre el +0,3% (nada) y el -0,5%, (también nada). A lo largo del 2014 hemos tenido un IPC negativo, por primera vez en decenas de años. Esta situación, insólita, ha disparado los comentarios sobre los riesgos de la deflación y los muchos males que nos puede acarrear. No hay para tanto.
Los economistas preocupados con la deflación razonan así: una baja generalizada y persistente de precios, hace que las empresas vendan menos y ganen menos; como ganan menos echan gente a la calle y como hay más paro el consumo baja, y las empresas vuelven a vender menos. Entramos en un círculo vicioso.
La realidad es más sencilla. Un restaurante, por ejemplo, baja los precios cuando empieza a estar medio vacío porque el cliente no puede o no quiere pagar 15 euros por un menú del día. Ahora ofrece menú de crisis a 9 euros, incluso menos. Gracias a eso, el cliente vuelve a ir al restaurante, con lo que este se vuelve a llenar (aunque poco a poco). El restaurante y sus empleados ganan menos que durante el boom de hace ya 7 años, pero han conseguido sobrevivir y mantener el empleo. De no haber bajado los precios el restaurante habría cerrado.
¿Y cómo sobreviven los empleados con menor salario? Gracias a que el resto de empresas han hecho lo mismo: bajar precios. Ahora los alimentos y muchos bienes básicos son más baratos: basta pasarse por un supermercado o ver los múltiples anuncios de precios anticrisis, es decir precios baratos. Todos hemos hecho lo mismo, ofrecer nuestros productos más baratos. El resultado es que sobrevivimos con 800 euros cuando antes necesitábamos 1.000.
¿Y cuándo subirán los precios? Pues, mejor que no suban. Pero lo hará inexorablemente cuando el dueño del restaurante vea que está a tope y no tiene capacidad de servir tanta comida (según los economistas, cuando la demanda es mayor que la oferta).
¿Y cuándo se creará empleo? Pues cuando el restaurante esté a tope y el restaurador vea que necesita más camareros para dar más comidas.
Las empresas han hecho un esfuerzo encomiable para dar los mismos servicios y productos a menor coste. Gracias a eso hemos ido sobreviviendo. La bajada de precios no es un problema, ha sido parte de la solución.
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