Manchester espera una revolución de Guardiola

Una aficionada del Manchester City con una bufanda de Guardiola, vendida en las afueras del Etihad.

Una aficionada del Manchester City con una bufanda de Guardiola, vendida en las afueras del Etihad. / REUTERS / JASON CAIRNDUFF

POL GUSTEMS / MANCHESTER

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En Manchester conviven dos estados de ánimo. Los seguidores del City expresan la emoción definitiva de haber reclutado al mejor entrenador del mundo. Este sábado, antes del partido contra el Leicester, ya se vendían alrededor del estadio bufandas con el rostro de Pep Guardiola. "Le esperamos. Le necesitamos", se despedía un aficionado a la salida del Etihad tras perder media liga contra los pupilos de Claudio Ranieri.

Un club que pese a su reciente proyección mundial, con una inversión foránea extraordinaria, se ha mantenido fiel a su comunidad. Al otro lado de la ciudad y cada vez más alejado de sus bases, el Manchester United respira entre envidioso e incapaz. La única fórmula de reacción posible parece entregarse a José Mourinho como método de contraataque.

Manchester está en obras. No hay una sola calle principal que no espere un nuevo edificio. En la avenida comercial de Market Street se mezclan jóvenes músicos poco prometedores con persistentes voluntarios de organizaciones benéficas, portavoces de cuatro religiones distintas y adornos dedicados al año nuevo chino. En el teatro de la ópera se representa 'Cats',  la biblioteca se congratula de haber llegado a los tres millones de libros y el suplemento del periódico recomienda la nueva película de Bryan Cranston. Hace frío, el número de sin techo es alarmante y la única válvula de escape es el fútbol, que tiene un vencedor celeste: ha fichado al técnico más deseado.

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"Recuerdo perfectamente el punto más dramático de nuestra historia. Un partido en York. 1998. Perdimos 2 a 1", explica Ian Cheeseman, narrador de los partidos del City en BBC Radio Manchester. En aquel tiempo el equipo era objeto de burla por sus constantes cambios de entrenador y sus derrotas de local.  Duodécimos en la tercera división. Cheeseman no se ha perdido ningún partido, en casa o fuera, desde 1976, "cuando me sentaba detrás de la portería de Maine Road y podía oler las friegas de linimento de las piernas de los jugadores". Desde aquel fatídico partido el City solo ha mirado hacia arriba: "Creciendo, creciendo, creciendo. Y ahora llega Pep Guardiola. El siguiente gran paso para dominar el mundo". 

UN PLANETA DISTINTO

Paul Lake es uno de los exfutbolistas más queridos por la afición sky blue, producto de su fútbol base. De no haber sido por continuas lesiones en las rodillas iba para capitán de Inglaterra. "Fíjate dónde estábamos a finales de los 90. Un camino larguísimo hasta conseguir fichar a Guardiola. Podemos cantar que no estamos aquí (una canción popular de la grada es el We are not really here!). Estamos en un planeta distinto", revela en tono elevado, excitadísimo. 

"Ahora dirán los del United que Pep no tenía su ADN, su filosofía. No. Guardiola es una persona capaz de ir a cualquier sitio, ganarse a la gente y hacer entender su pasión y su visión de juego", prosigue Lake. Cheeseman acaba contando que desde el 2012 ya sabía donde acabaría el técnico de Santpedor: "Cuando leía los rumores de Pep al United o al Chelsea, me hacían mucha gracia".

A PRUEBA COMO JUGADOR

Guardiola ha venido a Manchester tres veces como entrenador del Bayern de Múnich y se ha encontrado, de lo poco que ha podido ver, una ciudad muy cambiada de la que experimentó en el 2005, cuando hizo unas pruebas para incorporarse al Manchester City como jugador. Manchester, gris y de interiores, está haciendo lo posible para evolucionar a una ciudad más elegante.

"Vino para unas pruebas. Básicamente tenía que enseñar cuál era su estado físico. Demostró estar perfectamente",

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recuerda el portero belga Geert de Vlieger, guardameta del conjunto inglés entre el 2004 y el 2006 que presenció esos pocos entrenamientos de Guardiola con el City. "Era muy humilde y hablaba con todo el mundo. Lo único que quería era enseñar su calidad. No se hacía el importante. Era él mismo y estaba concentrado en mostrar su técnica futbolística", continúa.

El manager en aquel momento, Stuart Pearce, quería contar con los servicios del centrocampista de 34 años, pero no había suficiente dinero para ofrecerle un contrato de garantías. Vlieger, un talento del Beveren, de donde venía también el legendario Jean-Marie Pfaff, fue internacional con Bélgica pero nunca llegó a su nivel o al de Michel Preud'homme. 

DUDAS SOBRE LOS JUGADORES

Once años más tarde, el sueño es ahora una realidad. Los aficionados se preguntan cómo importará Guardiola su filosofía a la Premier League. ¿Cómo va a impregnar a los jugadores de sus ideas? ¿Cómo se adaptará a la liga más competitiva del mundo? Cheeseman solo ve ventajas: "El City tiene el mejor estadio, la mejor academia, el mejor entrenador y algunos de los mejores jugadores. Somos la fuerza dominante. No solo en Manchester. También en el Reino Unido".

Algunos esperan cambios realmente drásticos en junio, como el periodista de The Guardian, Jamie Jackson: "Posiblemente se ficharán más jugadores de lo que la gente se espera. Si miras la plantilla, no hay muchos jugadores ideales para el método Guardiola". Y Lake no puede desviar su mirada del trofeo más preciado: "No nos vale con solo títulos. Es tener un equipo con potencial para ganar la Champions y tener el legado de uno de los mejores del mundo. Quizás estemos en el top 20 o top 10. Pero a partir de ahora queremos codearnos con el Bayern de Múnich y

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Barcelona. Esta será nuestra mentalidad".

Al City se le hará larga la espera. También a la Premier League. A 50 metros del Etihad Stadium, el empresario Doug Bierton representa perfectamente los sentimientos encontrados de la ciudad. A cobijo del estadio del City, pero aficionado del United, dirige una compañía de venta de camisetas futboleras. "No puedo decir que esté muy contento con el fichaje de Guardiola. Más considerando cómo nos van las cosas a nosotros. En fin, esperamos vender muchas camisetas del City". Manchester, en todas sus facetas posibles, está preparada para la revolución.