exposición

Libélulas y ninfas de oro

El lujoso Hotel Bagués, ubicado en el corazón de la Rambla, dedica uno de sus salones a la exposición de joyas modernistas de la célebre orfebrería Masriera.

Joyas modernistas de Lluís Masriera, expuestas en una vitrina del Hotel Bagués, ubicado en la Rambla.

Joyas modernistas de Lluís Masriera, expuestas en una vitrina del Hotel Bagués, ubicado en la Rambla.

CRISTINA SAVALL
BARCELONA

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Hadas, libélulas, abejas, mariposas, cisnes, ninfas y dragones de cuerpos dorados y alas esmaltadas duermen protegidos por vitrinas de cristal en el museo de los tesoros modernistas. Anillos, broches, pulseras y colgantes inspirados en elart nouveaucreados durante cerca de dos siglos y medio por la dinastía de joyeros y orfebres Masriera se exponen permanentemente en la primera planta del Hotel Bagués, que está abierta al público previa reserva telefónica.

Joan Oliveras, consejero delegado de la firma Bagués-Masriera, recuerda que algunas de estas joyas han viajado al Metropolitan Museum of Art de Nueva York, al Museo Van Gogh de Amsterdam y al Museo de las Artes Decorativas de Madrid. «Lluís Masriera, perteneciente a la tercera generación de esta artística familia, está considerado entre los ocho mejores del diseñoart nouveau internacional», asegura Oliveras.

El fondo de joyas simbólicas de la casa Masriera posibilita que la exposición sea dinámica y vaya cambiando varias veces al año el contenido de sus estanterías.

Pilar Vélez, directora del Museu Frederic Marès, es la comisaria de esta muestra «imprescindible» a la hora de relatar la historia del modernismo catalán. Algunas piezas de la colección se encuentran en las lujosas habitaciones del Hotel Bagués, fundado hace un año por Jordi Clos tras una propuesta de Oliveras, cuya empresa regentaba la emblemática joyería de la Rambla sobre la que se ha edificado el hotel.

La mayoría de joyas de Lluís Masriera son exclusivas, piezas únicas, salvo contadas excepciones como la de una aristócrata que al enterarse de que su marido había regalado un broche a la Bella Dorita se fue a ver a Lluís Masriera. Le dijo que tenía un disgusto enorme, que había perdido la preciada joya que le había obsequiado su esposo. «No se preocupe le haré una igual». Y con el broche idéntico al de su contricante se fue al palco del Liceu donde la aguardaba su marido. Al quitarse la estola, no hizo falta ni una palabra para que él supiera que ella lo sabía.