ESTADÍSTICA SOBRE EL USO DE BICICLETAS
Contador de bicis 3.0
Los ciclistas reducen un poco la marcha y observan la máquina con curiosidad, sin dejar de pedalear. Podría ser un surtidor de gasolina. O un poste de esos que dan la temperatura y la hora, en este caso, con un inquietante retraso de 17 minutos. Ven un número, pongamos el 357, y cuando rebasan una determinada línea la cifra roja marca el 358. Y entonces lo entienden. Y sonríen. Resulta que ese chisme negro es el nuevo contador de bicis de la ciudad, el primero de su generación, y está previsto que en los próximos meses se instalen modelos gemelos en puntos de Marina, Urgell, Diagonal, Provença, Paral·lel o Consell de Cent.
El artilugio está colocado justo debajo de la plaza de Tetuan, en el acceso al carril bici que desciende por el paseo de Sant Joan en dirección a Arc de Triomf. Los peatones también miran. En su rostro se intuye cierta envidia porque nadie se molesta en contar sus pasos de casa a la panadería. Hay una mujer que incluso se hace una foto. No es de aquí y le ha hecho gracia. «No entiendo para qué sirve contar las bicis pero queda muy bien»,explica con un inconfundible acento argentino. Al final comprende que se trata de obtener datos precisos sobre el uso de la bici en la capital catalana.
Un funcionario heroico
Hay que husmear en la nota enviada por el ayuntamiento para poder asimilar el mecanismo. Resulta que el contaje de bicicletas empezó a hacerse de manera manual en el 2003. Al funcionario encargado de semejante epopeya debió estallarle el cerebro, así que el consistorio decidió tres años más tarde incorporar un sistema de puntos de medida electrónica situados por toda la ciudad. Fue un avance importante, pero resulta que la banda que detectaba las bicis sobresalía un poco del asfalto, una molestia para los ciclistas y un dolor de muelas para los servicios municipales de limpieza. Ahora llega la versión 3.0 del contador, que se presenta en sociedad con la gran ventaja de que el chip queda integrado en el pavimento, de manera que ni molesta ni se ve ni se nota.
Este diario realizó todo tipo de pruebas de estrés a la máquina para dar fe de su valía. Primero se trata de pasar andando por encima, fregando los pies por la zona que el neófito supone debe ser la de detección. Nada, la cifra no se mueve. Segundo intento: arrastrar una pelota de fútbol por la zona. Nada. ¿Saltando? ¿Corriendo? Nada. O dentro del invento hay un funcionario chiquitín o el sistema funciona de verdad.«¿Perdona, podrías pasar varias veces con tu bici?» El joven accede y la máquina le cuenta las seis veces que cruza. No es un error, más bien una manera de estafar que a nadie con algo de seso en la cabeza se le ocurriría.
Hay otra grieta. Si se pasa por el centro de los detectores -el del carril de subida y el de bajada-, el contador suma tres bicis cuando solo hay una. Viene a la cabeza el símil de la exageración varonil, pero esto solo son bicis. Y poner de más no suma, sino que resta.
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