Debate sobre el control de dos de los recintos heredadOs de los juegos

La privatización del anillo olímpico cambia el modelo de gestión cultural

Imagen aérea del anillo olímpico, con el Palau Sant Jordi en el centro, junto a su explanada, y el Estadi Lluís Companys, cuyo uso intensivo se reserva para los meses de verano.

Imagen aérea del anillo olímpico, con el Palau Sant Jordi en el centro, junto a su explanada, y el Estadi Lluís Companys, cuyo uso intensivo se reserva para los meses de verano.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Cuando a un artista se le pregunta sobre la ciudad en la que va actuar, echa mano del tópico salvavidas y asegura que es maravillosa, que sería un buen lugar para pasar el verano o echar raíces. Suele ser una mentira piadosa, pero en el caso de Barcelona, resulta que es verdad. Lo confirma Gay Mercader, decano de los promotores de conciertos en la capital catalana y miembro del equipo que muy pronto, si no hay imprevisto poco probable, gestionará desde la empresa privada los dos recintos del anillo olímpico: el estadio Lluís Companys y el Palau Sant Jordi, explanada incluida.

Conocido el tirón de la ciudad en todo lo referente al mundo del espectáculo, el ayuntamiento convocó un concurso público para compartir con la empresa municipal BSM -que se queda con el 51% del pastel- el control de estos dos espacios emblemáticos de los Juegos de 1992. Solo se presentó Live Nation, multinacional experta en la producción de eventos que en España tiene al timón al propio Mercader y a otros dos pesos pesados en la materia, Pino Sagliocco y Roberto Grima. Esta nuevajoint venturedel ocio, este vuelco a la gestión cultural de la ciudad, ha generado cierto recelo entre el resto de promotores, que temen que el ayuntamiento esté creando las bases de un «posible monopolio».

«PODEROSO MÚSCULO» / El objetivo de Live Nation es dar más fuerza «a un poderoso músculo que puede dar mucho más de sí», resumía ayer Sagliocco durante una conversación con este diario. Sin quitar mérito «a todo lo que se ha hecho hasta ahora», este trío de expertos ve muchas oportunidades, sobre todo en el Sant Jordi, para hacer de Barcelona «una de las ciudades referentes en la organización de eventos». Y van más allá. Planean empezar a hablar con grandes empresas para que se den cuenta de que la sala anexa del pabellón es «un lugar idóneo» para hacer presentaciones de producto. También intentarán atraer a «los espectáculos familiares que triunfan en todo el mundo» y explotar las posibilidades de la explanada contigua al Sant Jordi, «un lugar perfecto para tomar algo en las noches de verano mientras se escucha música en directo».

Al tiempo que cocinan un calendario que se resisten en adelantar, coinciden en señalar que los conciertos y los grandes montajes «son una de las mejores armas turísticas» de cualquier gran urbe. «Nuestra ciudad -apunta Mercader- está entre las tres mejores de Europa a nivel de eventos. Antes la gente quería ir a París, ahora optan por Barcelona. Mientras el sol no se vaya, los artistas no nos fallarán nunca».

El hecho diferencial de la capital catalana, aportan fuentes de BSM, es que el consistorio no paga para que la gente venga a actuar, como sí hacen otras capitales no muy lejanas. «No compramos eventos, vienen porque hay buena infraestructura y damos buen servicio», concretan desde la empresa pública.

El contrato con Live Nation se sigue con cierta cautela desde la competencia. Joan Rosselló, socio de The Project, asegura que su compañía optó por no acudir al concurso ante la complejidad de gestionar estos espacios en colaboración con el ayuntamiento, y considera «arriesgado depositar el futuro de la dinamización de la ciudad en manos de una sola empresa». No esconde que este acuerdo «puede generar un cierto monopolio», aunque confía en que el nuevo gestor «sabrá buscar sinergias con los futuros clientes» para mantener el «senyde que ha hecho gala BSM en estos años». Martín Pérez, director del Festival del Mil·leni, pide «amplitud de miras», esto es, que Live Nation «vea más allá de su propia oferta de conciertos». «En todo caso -zanja- si hay un monopolio no será culpa de esta multinacional, que es una empresa muy seria, sino del ayuntamiento, por su pobre capacidad de gestión».