Leí el miércoles la desagradable noticia de que una sala de ocio nocturna de Lleida prohibió la entrada de unos discapacitados, según dicen, porque estaba el local lleno. Pero, no nos engañemos, esto es una excusa de mal pagador; por desgracia, lo que no quieren es que la imagen de estos discapacitados dañe la imagen del local. Los que realmente dañan la imagen no son precisamente los discapacitados, sino los borrachos, los drogadictos, los chorizos y los malhechores. No es la primera vez que se prohíbe la entrada a un local público de Lleida. Recuerdo el veto de sentarse en una terraza de la Cafetería Marraco, en la plaza de Sant Joan. También en el centro deportivo Ekke, que después de aceptarlos durante el primer año de apertura, seguramente para llenar las instalaciones (entonces no dañaban nada), en el segundo año adujeron que su presencia dañaba la imagen del local. Toto ello se reduce a una falta de educación y de sensibilidad. Recuerden, sin embargo, que las burlas y discriminaciones que se hacen a cierta gente les puede pasar como a las procesiones, que entran por donde han salido.
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