Soy trabajador de F.C. Metropolitano de Barcelona S.A. desde hace 22 años (desempeño labores de mantenimiento). Al leer el artículo 'El CSIC medirá la calidad de aire que respiran los usuarios del metro de Barcelona (10 de febrero)' pensé que los datos de esta colaboración entre TMB y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas debería ser comunicados al comité de empresa y los delegados de prevención y riesgos laborales del metro de Barcelona. El F.C. Metropolitano de Barcelona S.A., al igual que la mayoría de explotaciones ferroviarias, utilizó durante décadas sistemas de frenado, hoy ya prohibidos, basados en el amianto, cuyos efectos nocivos sobre la salud son de sobra conocidos.
La situación física del metro, las limitaciones en la renovación del aire y la acumulación de elementos contaminantes, tal y como reconoce TMB en el artículo sobre el proyecto Improve Life, hacen plantearse una preocupante cuestión: ¿Dónde está el amianto utilizado en el metro de Barcelona tras la repetida acción de frenado que se habrá realizado millones de veces en los túneles durante décadas? Sistemas basados en la utilización de amianto, y su consiguiente desgaste por fricción, habrán sido proyectados durante años a lo largo de kilómetros en la red metropolitana de Barcelona, y dudo de que los restos hayan desaparecido por arte de magia, puesto que no se trata de un material biodegradable. Ojalá el CSIC y TMB hagan las medidas de investigación correctas y compartan la información con los principales interesados: los trabajadores del Metro de Barcelona y sus usuarios, porque lo importantes es la salud de todos.
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