Este fin de semana la Federació Catalana de Fútbol, entre otras federaciones, ha convocado huelga, y por tanto, no se celebrarán partidos en una jornada que en el calendario ya estaba señalada como de descanso. ¿Se imaginan a unos trabajadores haciendo huelga un domingo que tuvieran el día libre? Estoy de acuerdo con que hay motivos para celebrar una huelga, pero que se haga de verdad, con asambleas participativas de los clubs, informando al detalle de la situación y debatiendo. Este fin de semana muchos clubs tenían organizados amistosos y torneos de solidaridad que se han visto obligados a suspender al enterarse por los medios de comunicación de esta convocatoria de huelga. Hace ya décadas que desde las administraciones y federaciones se nos golpea a los clubs y a las familias con gastos exponencialmente inasumibles: mutuas, fichas, revisiones médicas, cursos de formación para entrenadores, imperativos en la compra de balones... Y a cambio, solo se recibe el reconocimiento fariseo de que los clubs hacen una buena labor social.
La pretensión del Gobierno central de «querer regular» el sentimiento mayoritariamente voluntario de muchos de los protagonistas del fútbol formativo es dar palos de ciego con dureza sobre la capa más debil. Un sinsentido que ha fomentado la indignación y la ansiedad por el futuro de los clubs.
Hay motivos suficientes para una huelga mayoritaria, pero en un día de actividad plena y decidida por unanimidad de todos los clubs. Lo de esta semana tiene un claro tufillo a oportunismo, sumisión y pleitesía al señor Villar en su conflicto con el Gobierno.
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