Fui a la biblioteca pública más cercana a mi casa porque quería usar internet y buscar información sobre un proyecto de mi máster. Había perdído la tarjeta de socia, pero pensé que no habría problema. Mi sorpresa fue que la recepcionista me puso mil pegas para utilizar los ordenadores: que si no tenía tarjeta de socia, que si ella no me la podía hacer porque no tenía en aquel momento y que me fuera a otra... El resultado en las dos siguientes fue el mismo. Este problema nunca lo he tenido en el gimnasio. ¿Es más fácil cultivar los músculos que la mente?
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