Mi nombre es Martí y tengo un sueño. Mi sueño es que algún día pueda dedicarme a la investigación y al emprendimiento biomédicos. Para ello, estoy participando en “Locos por la Biomedicina”, un proyecto pionero en el que 24 alumnos catalanes de 2º de bachillerato tenemos la posibilidad de realizar un curso de biomedicina en un centro de investigación de excelencia. Me gustaría vivir en un país que nos brindara a los “locos por la ciencia” como yo, la posibilidad de ejercer aquello para lo que habremos estado formándonos años y años y de contribuir al progreso científico, al bienestar social y a la búsqueda del conocimiento. Sin embargo, como usted sabe, los recortes acumulados en I+D en España desde el 2009 alcanzan casi un 40% y la inversión en ciencia representa un humilde 1,30% del PIB, lejos del 3% que propone la UE. Pero sí queda presupuesto para otro tipo de gastos: su gobierno ha decidido aumentar el gasto militar en un 24% y da por perdidos 36000 millones de los más de 50000 “prestados” a la banca. La ciencia no es la única materia desamparada en los presupuestos generales. Lo que usted denomina “ajustes” en educación ha provocado la eliminación de becas y ayudas y la subida de las tasas universitarias. En mi opinión, invertir en educación contribuye a una sociedad más culta, formada y crítica, así como a la igualdad de oportunidades. Invertir en ciencia permite descubrir planetas, curar enfermedades y entender el mundo que nos rodea. Con esto me basta. Pero intuyo que ésta es una argumentación de “locos”. Por esto prefiero hablarle de sistemas productivos, política industrial y riqueza económica. Por favor, mándele a De Guindos, amante de tecnicismos como “movilidad exterior” o “préstamo favorable”, documentarse sobre conceptos como valor añadido, transferencia tecnológica o reindustrialización. Existe una correlación directa entre inversión (no “gasto”) en educación por un lado y empleo, recaudación impositiva e inversión extranjera por el otro. Alemania, país al que presumimos emular, ha incrementado su presupuesto en I+D desde 2005 en un 54%. Finlandia, con la mitad de paro que España y un déficit público cinco veces menor, dedica un 6% de su PIB a educación y un 4% a I+D. Casi nada. Y es que la inversión en ciencia y educación genera crecimiento económico real, nada de burbujas ni especulaciones turbias como las nuestras. Estados Unidos recibió 147 dólares por cada dólar invertido en el proyecto Genoma Humano y Obama ya prepara con ambición y orgullo el proyecto Brain, cuyo ideólogo es, curiosamente, el catalán Rafael Yuste. Nuestros brillantes investigadores, mientras tanto, han desarrollado prototipos de vacunas contra la malaria y el sida, instalado estaciones meteorológicas en Marte, participado en el gran hallazgo del Bosón de Higgs y secuenciado el epigenoma de la leucemia linfática crónica. Hace poco, el ICFO era reconocido como el mejor centro del mundo en astronomía y física. Pero como dice el Dr. Joan Massagué, “construir es difícil, derribar es facilísimo y reconstruir, casi imposible”. Me han enseñado que la política es el arte de priorizar. Es por eso que le pregunto: ¿Aboga usted por una economía de usar y tirar, caracterizada por el cortoplacismo o apuesta usted por la innovación tecnológica, la ocupación en sectores de futuro y el crecimiento a largo plazo? ¿Quiere usted gobernar un país de máquinas tragaperras, sombrillas y balones o el de la lucha contra el cáncer, la nanotecnología, la fotónica y las energías renovables? ¿Quiere usted un país de Bárcenas y Gandía Shores o un país de Joseps Baselgas, Juan Ignacios Cirac y Pedros Alonso? ¿Quiere usted que exportemos solo jamón o también paneles solares de grafeno? ¿Subvencionará usted a empresas constructoras o incentivará a start-ups de base tecnológica? (cabe subrayar que en España, donde se destruye empleo a diario, tampoco nos dejan crearlo, ya que crear una empresa cuesta más que en Zambia). Yo, personalmente, le recomiendo unos prismáticos, o mejor un telescopio (ambos frutos de sinergias entre talento, ciencia e industria) para poder ver más allá de los cuatro años de legislatura y entrever un horizonte de oportunidades y retos a largo plazo. No podemos olvidar que el activo más importante de su querida Marca España (también tiene déficit de brand managers) es el talento, la creatividad y la motivación de toda aquella gente en la que ha dejado de pensar. Señor presidente, ¡déjeme soñar!
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