El júbilo olímpico
Barcelona inundó las calles el 17 de octubre después de que Juan Antonio Samaranch comunicase en Lausana, sede del COI que la capital catalana albergaría los Juegos Olímpicos de 1992. Miles de ciudadanos que abarrotaban la plaza de Catalunya siguieron la ceremonia y la celebraron con mil kilos de pólvora. La fiesta popular se alargó con el regreso de la delegación catalana en Suiza, encabezada por el alcalde Pasqual Maragall.